Llegamos a la Luna y no volvimos: estas son las 5 razones por las que nadie ha regresado en 53 años
El programa Apolo llevó a los seres humanos a la Luna entre 1969 y 1972. Sin embargo, desde entonces no se ha vuelto a enviar ninguna misión tripulada al satélite natural.
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El 14 de diciembre de 1972, los astronautas del Apolo 17, Eugene Cernan, Ronald Evans y Harrison Schmitt, subieron al módulo lunar tras completar el último paseo sobre la Luna. Aquella misión marcó el cierre del programa Apolo y el fin de las expediciones tripuladas a nuestro satélite. Ahora, 53 años después de ese hecho histórico, persiste la pregunta de por qué la humanidad no ha vuelto a pisar la superficie lunar.
El fin del programa Apolo con ese vuelo no fue ninguna sorpresa. El proyecto ya se había reducido incluso antes del famoso primer paso de Neil Armstrong sobre la superficie lunar. Estados Unidos y la NASA habían ganado la carrera a la Luna, y el entusiasmo del Congreso por financiar el costoso programa espacial se desvaneció rápidamente tras el primer alunizaje. La guerra de Vietnam y los problemas internos del país pasaron a exigir dinero y atención.
El final de la Guerra Fría
El programa Apolo no solo estuvo impulsado por el entusiasmo científico, sino que también formó parte de la lucha de poder propia de la Guerra Fría. La competencia con la Unión Soviética llevó a Estados Unidos a invertir enormes recursos en tecnología y en el programa espacial. Una vez alcanzado el objetivo de llegar primero a la Luna, la presión disminuyó y, con ella, también se desvaneció la motivación política para continuar con las misiones tripuladas.

Eugene Cernan en el LM, Apolo 17 en 1972. Foto: NASA
Los costos para ir a la Luna
Regresar a la Luna nunca ha sido técnicamente imposible, pero sí muy costoso. A comienzos de la década de 1970, la NASA llegó a requerir cerca del 4 % del presupuesto federal de Estados Unidos. Sin embargo, para la década de 2000, se había reducido alrededor del 0,4%.
Los presupuestos limitados obligan a priorizar. Tras la finalización del programa Apolo, los recursos se redirigieron al desarrollo del Transbordador Espacial, cuyo primer vuelo tuvo lugar en 1981. El objetivo era crear una nave reutilizable capaz de transportar tripulaciones y cargas útiles a la órbita terrestre a un costo menor que los cohetes desechables.
Después del transbordador—y en parte durante su desarrollo— otros grandes proyectos absorbieron una parte significativa del presupuesto de la NASA, entre ellos la Estación Espacial Internacional (ISS) y el Telescopio Espacial Hubble.
En la década de 2010, la agencia centró sus esfuerzos en el desarrollo del cohete SLS y la nave Orión, concebidos para futuras misiones de exploración profunda. A ello se sumó la construcción del Telescopio Espacial James Webb, que también requirió importantes recursos financieros.
Cambios de objetivos
Los programas espaciales son proyectos a largo plazo, pero el clima político en Estados Unidos ha cambiado rápidamente. Cada administración ha traído consigo nuevas prioridades, lo que ha llevado a la cancelación o reorientación de programas. Por ejemplo, la visión de George W. Bush de una base lunar fue reemplazada por un proyecto de asteroides durante la presidencia de Barack Obama, que a su vez fue abandonado por Donald Trump tras el lanzamiento del programa Artemis.
Los cambios constantes de prioridades ralentizan el desarrollo y resultan costosos. Business Insider estimó en 2017 que la NASA había desperdiciado unos 20 000 millones de dólares en tan solo unos años.
La Luna ya no interesa
La conquista de la Luna nunca fue la meta soñada en el país. Cuando EE.UU. fue declarado ganador de la carrera en 1969, solo el 53 % de los estadounidenses consideró que el proyecto valía la pena.
La opinión pública casi no ha cambiado desde entonces. En una encuesta de 2023 del Pew Research Center estadounidense, solo el 12 % consideraba que enviar astronautas a la Luna era la máxima prioridad. El apoyo a las misiones a Marte era del 11 %.
El 45 por ciento de los encuestados consideraba importantes los vuelos tripulados a la Luna y Marte, pero casi la misma cantidad no los consideraba como esenciales.
En cambio, las personas consideraron más importantes los temas que les afectaban, como el monitoreo de asteroides que amenazan la Tierra (el 60 % lo consideró una prioridad absoluta) y la investigación del sistema climático (el 50 %). A continuación, se encontraban la investigación básica sobre el espacio y la difusión de tecnología de vanguardia para un uso más generalizado.
Un estudio publicado a principios de este otoño reveló diferencias culturales en la búsqueda de cuerpos celestes. En los países en desarrollo con capacidad espacial, alcanzar la Luna se consideraba más importante que en Estados Unidos, que ya la ha conquistado. Esto también está impulsando un renovado interés por la Luna en Estados Unidos.
La pérdida de infraestructura espacial
Tras la finalización del programa Apolo, gran parte de su infraestructura fue desmantelada y los expertos del programa se dedicaron a otras tareas o se jubilaron. La documentación solía estar incompleta y no se mantuvo la continuidad tecnológica.
Sin embargo, lo más importante era la necesidad de tener una nave. El cohete Saturno V se retiró con el programa Apolo, y el transbordador espacial no tenía cómo llegar a la Luna.
La obsolescencia técnica también es evidente en los trajes espaciales. Los trajes EMU utilizados en la Estación Espacial Internacional se basan en tecnología desarrollada en la década de 1980. Estos trajes no son aptos para la Luna, y el desarrollo de la próxima generación de trajes espaciales ha resultado costoso y difícil.
La nueva competencia hacia la Luna
El programa Artemis de la NASA, se ha convertido en el último proyecto que busca el regreso tripulado a la Luna para asentar bases lunares permanente. La agencia espacial anunció que enviará a un grupo de astronautas en un viaje de diez días alrededor del satélite para febrero de 2026.
China y Rusia no se quedan atrás y desarrollan sus proyectos que podrían considerarse un competidor del programa estadounidense. Ambos países anunciaron la construcción de una estación de investigación lunar internacional, la Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), cuyos objetivos son similares a los del programa Artemis.
China ha anunciado su objetivo de enviar astronautas a la superficie de la Luna antes de 2030. Rusia, por su parte, continúa su propia contribución a la exploración lunar a través de su programa Luna. Los próximos módulos de aterrizaje Luna 27 y Luna 28 tienen como objetivo cartografiar y tomar muestras de las regiones polares del sur. Además, China y Rusia planean instalar una central nuclear en la superficie lunar en la década de 2030.


















