“Cuidado con el dióxido de cloro porque es peligroso”. Con estas palabras, un hombre daba comienzo a su discurso en un video que se viralizó en redes sociales. “Es peligroso para las farmacéuticas y los Gobiernos corruptos”, aseguró.
El señor, vestido de blanco y con acento mexicano, había dicho que Australia “garantizó” el uso de la ivermectina como medicamento contra la COVID-19, lo cual desmentimos. Esta vez, afirmó que el dióxido de cloro eliminaba la malaria, daba “vida, salud, felicidad” y combatía tanto bacterias como virus “en nuestro cuerpo”.
Video se difundió por Facebook.
Esta hipótesis se basa en que, al ser el dióxido de cloro un producto conocido, la gran industria farmacéutica (“Big Pharma”) —supuestamente— no podría beneficiarse económicamente.
Pero —según registra “Desmintiendo el dióxido de cloro o MMS: Recursos contra la pseudociencia” de la química y MSc en Ciencias Geológicas Brenda D’Acunha— la multinacional Proter & Gamble ejerce el derecho de una patente para el cuidado bucal que comprende clorito, como se ve en Patents Google.
El dióxido de cloro no se vende como medicina en las farmacias porque no es considerada una. “No está recomendado para uso humano”, dijo el ingeniero químico Javier Flores, ya que tiene utilidad industrial.
Aún si se tratara de un medicamento con la patente vencida —no lo es— continuaría siendo “rentable” para la industria farmacéutica, afirmó. Pero para esto tendría que haber superado las evaluaciones científicas en las que se establezca que sus beneficios son superiores a sus efectos adversos. Pero, como ya explicamos en una, dos y tres ocasiones, no hay evidencia científica de los supuestos “beneficios” del dióxido de cloro.
En declaraciones para La República, el químico farmacéutico Javier Llamoza comentó que “no hay ninguna evidencia científica” de que este compuesto sirva para combatir el VIH o la malaria. Por el contrario, “sí se puede afirmar que el producto, mal usado, puede ocasionar broncoespasmos”. Para que los estudios sobre el dióxido de cloro sean considerados como parte de la literatura científica deberían ser evaluados por pares y contar con una metodología consistente, entre otros requisitos.
Por otro lado, el Estado dispone —según dijo el químico farmacéutico— de mecanismos legales, basados en la Constitución (Artículo 59), para poder abaratar un medicamento costoso en una situación de pandemia como la actual, porque lo que prima es la salud pública. En ese contexto se podrían flexibilizar los derechos de patente y permitir que otras empresas ingresen al mercado para que los precios compitan entre sí.
Ante una consulta de este medio, la Defensoría del Pueblo comentó que presentó al Congreso de la República el Proyecto de Ley 5336-2020-DP, con el que se permitiría facultar al Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual a “realizar investigaciones sobre prácticas restrictivas de la competencia (...) con la finalidad de sancionar la especulación y el acaparamiento en situaciones de emergencias”. Ese PL todavía “se mantiene pendiente de votación” en el Pleno.
Por otro lado, la venta de dióxido de cloro es un negocio. En Perú, la botella puede ofertarse entre 20 y 80 soles, como pudo constatar Verificador. El vendedor incluso puede advertir que se presentan síntomas como malestar, dolor de estómago y adelantar, sin ver al paciente, de que esto va a ser un signo de “curación”. Un paquete de “tiritas medidoras” que aparentemente sirven para evaluar la cantidad de los niveles del compuesto químico se venden en Mercado Libre a 120 soles.
Brenda D’Acunha relató en el documento en línea citado que este bulo se basaba en las supuestas “pruebas clínicas en Uganda” en las que —presuntamente— 154 pacientes de malaria se habían recuperado de esa enfermedad usando dióxido de cloro. Pero estas pruebas fueron “mal diseñadas y fraudulentas”.
Las personas que llevaron a cabo esta actividad aseguraron que, tras el tratamiento, todos los pacientes de malaria arrojaron “negativo” para la enfermedad. El canal Myles Power, de un químico inglés, expuso que las pruebas usadas podían dar falsos positivos porque era posible que la proteína que expulsaba el parásito de la malaria (detectada por el test) se quedara en la sangre durante bastante tiempo.
“Alguien que dio positivo usando esta prueba puede no estar infectado con malaria en ese momento específico (...). Si da positivo, luego debe ser probado por un método diferente para confirmarlo”, dijo el químico inglés.
Por otro lado, hubo una “mala interpretación de los resultados”, en palabras de Brenda D’Acunha. En el minuto 31 del video, el narrador dice que, al haber dos rayas, eso significa que el paciente tiene dos tipos de parásitos. “Es imposible. Pues los test rápidos usados en el video solo evalúan los antígenos en el cuerpo de un tipo de parásitos causantes de malaria”, señaló la química.
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Durante el aparente ensayo clínico difundido por YouTube, se usó Miracle Mineral Solution o MMS —solución al 28 % de clorito sódico en agua destilada, el cual al ser mezclado con un ácido débil genera dióxido de cloro, como explicó el neurobiólogo José Alonso en The Conversation—.
“Esta sustancia química es una lejía muy utilizada en la industria: se usa para blanquear la pasta de papel, para blanquear fibras textiles y para desinfectar”, aseguró el también catedrático de Biología celular en la Universidad de Salamanca. Además, el MMS puede provocar náuseas, vómitos, fallo renal, deshidratación e, incluso, problemas respiratorios.
Supuestamente, la Sociedad de la Cruz Roja de Uganda había participado en ese “ensayo clínico”. Sin embargo, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) se desvinculó de la actividad mediante un comunicado, en el 2013.
Como indicamos en una verificación anterior, la mayor parte de los estudios científicos revisados (14 de 16) sobre el dióxido de cloro se realizaron en fase preclínica, es decir, en laboratorio (in vitro), no en organismos o animales.
EsSalud realizó una búsqueda de los documentos que relacionaban al dióxido de cloro con la COVID-19. En la sección de conflicto de interés de uno de los dos artículos encontrados se mencionaba que “tres de los cuatro autores son dueños de la patente de un método de permeación y del equipo que permite la preparación de dióxido de cloro de alta pureza”.
Por otra parte, son conocidas las funciones del dióxido de cloro como desinfectante y potabilizador del agua, según el Manual de bioseguridad de la Organización Mundial de la Salud (2005).
Verificador encontró dos estudios realizados en humanos. “Controlled clinical evaluations of chlorine dioxide, chlorite and chlorate in man”, publicado en Environmental Health Perspectives, de 1982, y “Determination of the Effectiveness of Oral Chlorine Dioxide in the Treatment of COVID 19″, expuesto en Clinical Trials, cuyos resultados aún no se han publicado, pese a que estaban proyectados para junio de este 2020. Además, el químico farmacéutico Erick Cóndor apuntó que no tenía grupo de control, algo necesario para demostrar la eficacia de un producto.
El estudio de 1982 “no reveló ningún impacto clínico sobre el bienestar médico” entre los participantes que bebieron dióxido de cloro, clorito, clorato y los que no consumieron aquello.
“Si toma dióxido de cloro está expuesto a una dosis mucho mayor a la que se usa para desinfectar las piscinas. El dióxido de cloro va a destruir bacterias y virus, pero también células humanas”, dijo Santiago Guerrero, investigador de la Universidad UTE a Primicias, de Ecuador.
En ese sentido, la afirmación sobre que el dióxido de cloro “elimina bacterias y virus en nuestro cuerpo” sería engañosa, puesto que, a una dosis menor a la que existe en el agua potable, no otorga ningún beneficio y, en altas concentraciones, podría matar microorganismos pero también perjudicar nuestra salud.
Este bulo es parte de la teoría conspiracionista sobre el Nuevo Orden Mundial que busca disminuir la población. En las últimas semanas se difundió por Facebook una fotografía en la que se veía un dispositivo pequeñísimo que supuestamente se colocaba en el cuerpo a través de vacunas. Sin embargo, a través de una búsqueda por imágenes demostramos en esta otra verificación que la foto circulaba en Internet al menos desde mayo de 2018 y no tenía relación con la inmunización. Según el usuario que expuso la fotografía en Imgur, se trataba de “un condensador (de flujo) de tamaño 008004″.
La mayor parte de las afirmaciones del video son falsas y otras, engañosas. El dióxido de cloro es considerado peligroso y no está diseñado ni aprobado para uso medicinal. Además, no hay evidencia científica de que sea beneficioso. Por el contrario, hay numerosas alertas desde las instituciones de salud pública, el sector académico y los divulgadores de ciencia sobre los efectos adversos que pueda tener en el organismo.