En todo Lima y Callao, una creciente crisis de transporte afecta a miles de ciudadanos que dependen del servicio público para movilizarse diariamente. Las combis y buses, que habitualmente operan en la zona, han parado su circulación, lo que ha generado caos en las calles. En ese sentido, los usuarios se ven forzados a buscar alternativas ante una carencia de transporte formal que, en cuestión de horas, transformó la cotidianidad de los distritos afectados.
Los gremios, cansados de promesas incumplidas y extorsiones por parte de mafias, han decidido paralizar sus unidades para exigir al gobierno una intervención más efectiva. Este paro nacional ha tenido un impacto devastador no solo en Lima y Callao, sino en todo el país, afectando gravemente la movilidad de cientos de miles de peruanos.
Debido a la disminución del transporte público en Ventanilla y otras zonas cercanas, se han presentado soluciones alternativas y poco convencionales. Los camiones de carga pesada, que habitualmente transportan materiales de construcción o productos industriales, ahora funcionan como vehículos colectivos, ofreciendo sus servicios a ciudadanos que necesitan desplazarse. Las tarifas, que oscilan entre S/2.00 y S/3.00, son superiores a las de los buses tradicionales, pero muchos usuarios no tienen otra opción ante la falta de alternativas.
La seguridad de estos vehículos ha sido cuestionada, ya que no están diseñados para transportar pasajeros, lo que aumenta el riesgo de accidentes. A pesar de estas condiciones, la necesidad de llegar al trabajo, la escuela u otros compromisos lleva a los ciudadanos a aceptar estos servicios.
El paro de transportistas ha logrado una adhesión significativa en Lima y Callao. Varias empresas de transporte público han decidido suspender sus actividades como muestra de solidaridad con el movimiento y en respuesta a las amenazas y extorsiones que sufren por parte de grupos criminales. Entre las empresas que no operarán durante este paro se encuentran:
Los transportistas han expresado una serie de demandas claras al gobierno. En primer lugar, exigen mayor seguridad ante las extorsiones y amenazas que sufren a diario por parte de mafias locales. Según los gremios, muchos transportistas son víctimas de cobros indebidos que, de no pagarse, resultan en ataques violentos o daños a sus vehículos. Esta situación ha llegado a un punto insostenible, donde muchos conductores prefieren no trabajar antes que poner en riesgo sus vidas.
Además, los transportistas han resaltado la importancia de establecer un diálogo directo con el gobierno. A pesar de las reuniones previas, los líderes gremiales señalan que las promesas no se han cumplido y que no se han logrado avances significativos en la protección de sus derechos. Ante la falta de respuesta, el paro nacional se convirtió en la única alternativa viable para ser escuchados