
Al ingeniero Jesús Quintanilla Mendoza y a la profesora Aydé Sosa Figueroa los asesinaron en el centro poblado San Jerónimo, provincia Satipo, región Junín.
Fue el padre de Jesús quien, en el mismo Día de la Madre, encontró sus cuerpos de las víctimas que habían desaparecido en 4 de mayo.
El ingeniero, de 40 años, casado y padre de una niña de 6 años, trabajaba como supervisor del proyecto Torobamba del Programa Regional de Irrigación y Desarrollo Rural Integrado (Prider). Fue contratado por Aydé Sosa, docente de un Centro de Educación Básica Alternativa (CEBA), para realizar un levantamiento topográfico de su predio.
Los familiares necesitan saber qué pasó y no encuentran respuesta. Analizan, cuestionan, se inquietan. Dicen que llaman casi todos los días a la policía para preguntar si hay novedades en la investigación por el doble crimen, pero todo es en vano.
La única pista que hay es que cerca de la fosa donde fueron hallados los cadáveres, a unos 50 metros de distancia, se encontró una poza de maceración, un rústico laboratorio para procesar cocaína y alrededor plantaciones de coca.
La trágica muerte los conmovió a todos. Pero, ¿quién o quiénes intentaron borrar las evidencias?
El ingeniero y la profesora fueron vistos por última vez el 4 de mayo cuando salieron desde Huamanga (Ayacucho) hacia San Jerónimo (Pichari). Iban con un objetivo: verificar el estado de un terreno que pertenecía a la docente. No se supo más de ellos.
Con el transcurso de los días la angustia creció y s8u familia inició una desesperada búsqueda hasta que hallaron la camioneta que los transportó. El vehículo estaba estrellado en medio de un descampado, cerca de Río Tambo.
Cuando llegaron al terreno de la profesora no solo descubrieron el laboratorio de procesamiento de droga, sino que el suelo había sido removido. Cavaron y confirmaron sus peores temores.
Rubén Quintanilla, padre de Jesús, fue quien encontró el cuerpo de su hijo, a varios metros del lugar donde se siniestró la camioneta, en la zona de Valle Esmeralda.
Recordó que el ingeniero debió llegar a su trabajo de supervisión del Prider en San Miguel el lunes 5 de mayo y la docente a su puesto de trabajo en el Ceba de Ayacucho el martes, pero nunca retornaron.
Voceros del Instituto de Medicina Legal en Pichari dijeron que en el caso de Jesús falleció por un “traumatismo encéfalo craneano - fractura de base de cráneo - hemorragia intercraneana” causado por objeto contundente duro, mientras que la profesora murió por un “traumatismo encéfalo craneano - fractura de base de cráneo - asfixia mecánica por sofocación interna” causado por agente oclusivo.
Ambos cuerpos tenían signos de tortura, golpes, moretones y laceraciones (ruptura o desgarro de la piel y de los tejidos subyacentes, generalmente causada por un golpe, corte o estiramiento), donde habrían participado más de una persona.
¿Quién o quiénes cometieron el doble asesinato?, ¿fueron narcotraficantes que se vieron descubiertos? Según se supo, la propietaria alquilaba el terreno a terceros y se encontraba inconforme por la utilización de sus tierras.

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