El origen de todo este entramado delictivo se remonta al Cártel de Jalisco, una poderosa organización criminal con presencia en México, reconocida por su sed de sangre y ansias de poder. Se ha revelado que esta organización habría financiado la adquisición de casi 700 kilos de cocaína en el Perú, a través del suboficial Wagner Polo Gonzales, quien operaba en Lima.
Estos nexos habrían sido coordinados por el mencionado cártel para satisfacer a sus clientes que se encontraban al otro lado del mundo: España, lugar donde este mega paquete de droga valorizado en US$ 31 millones, iba a ser entregado a otros narcotraficantes de la región.
Para ello, el cártel mantenía operadores en Perú que no eran narcotraficantes del país. Estos dos sujetos llamados Francisco Marín Ordoñez y William Serna Chaverra de nacionalidad colombiana, tienen antecedentes delictivos que demuestran el tiempo que llevan dentro de este mercado negro de las drogas, por lo que son de suma confianza para el cártel mexicano que ha financiado toda la distribución de este envío, o lo que pudo ser. La Policía Nacional del Perú logro seguir sus pasos sin que ellos se dieran cuenta de nada.
Antes de esta operación fallida por parte de los narcotraficantes, el Cártel de Jalisco anteriormente ya habían puesto el ojo en el puerto de Paita, en Piura, debido a que sus fuentes indicaban que la seguridad era mínima. Por ello enviaron a "El Gafas", o también conocido como Francisco Marín Ordoñez, un colombiano que era un asiduo visitante de Perú y que en muchas ocaciones ingresaba por el país de Ecuador.
Solamente en el 2023, Francisco Ordoñez había llegado al puerto de Algeciras, España, en el mes de octubre del 2023, donde dejaron 55 paquetes de cocaína, resultando en 60 kilos de la droga. Esto se sabe gracias a que el valioso paquete de drogas fue interceptado por la policía española, pero lamentablemente no a quienes lo dejaron o a los narcotraficantes que habitan en la región ibérica.
Sin embargo, según el Coronel Arturo Valverde, la policía habría rastreado que Francisco Marín ya era un exiguo visitante del Perú, sobre todo del puerto de Paita. Se sospecha que sus actividades dentro del Perú fueron con fines ilícitos.
Hasta que llegó la gran maniobra del mes, el cargamento que iba a cobrarse con $/31 millones por parte de unos narcotraficantes españoles que habían apostado en los servicios del Cártel de Jalisco para distribuirles cocaína peruana.
Esta droga peruana iba a ser abastecida por nada más y nada menos que un suboficial de la Policía Nacional del Perú, quien tenía nexos con los productores de coca del país. Este suboficial llamado Wagner Polo Gonzales, es el enlace principal para que la cocaína salga del país.
Todo estaba poniéndose en orden para el cártel mexicano, el nuevo negocio se veía como una gran inversión, por lo que dejaron los preparativos en manos de sus dos manos veteranas: los colombianos Francisco Ordoñez y William Serna. Entre los dos, quien tiene un antecedente delictivo especial es William Serna.
Serna es un hombre curtido en la materia del crimen, pues el ha estado preso por 20 años luego de que su nación lo extraditara a Estados Unidos, debido a los crímenes de tráfico ilegal de drogas. Ya era conocido en el mundo del narcotráfico como alguien experimentado y que muchas de sus administraciones eran falibles.
Sin embargo, nada de esto podría hacerse sin la ayuda de Yuri Soana Palacios, la peruana que funge en la organización como la lobista que ayudaría a la organización criminal a tener contacto con las empresa agroexportadores para enviar las drogas por barcos y que, sobre todo, tapar las fachadas donde iban a ir los casi 700 kilos de cocaína.
Yuri y "El Gafas" compartían un romance mientras se encontraban en Perú. Ambos han sido los administradores y los relacionistas públicos para sobornar a empleados del puerto y dejar que ellos puedan realizar sus operaciones construyendo un módulo para poder ubicar la droga por encima de los cargamentos. Todo ello empezó el 14 de junio de este año.
Esta nueva modalidad alertó a los policías, por lo que dejaron que continuasen con sus operaciones delictivas y estudiar a fondo como se las apañaban para dejar la droga dentro de las distribuciones de los frigoríficos donde dentro se ubicaban las mercancías limpias.
Mientras tanto, William Serna Chaverra habría contratado a 5 mecánicos para realizar los cambios en los frigoríficos de los cargamentos. También, junto a estas personas que contrató, construyendo diversos conjuntos, como un baño, para que la Senasa no deje ninguna observación. Todo estaba preparado para que llegase el día principal, el 5 de julio.
Fue este día el más movido pero, a la vez, el más importante para la organización.
Un cabecilla llamado el "Paisa Armenia 111" estaba dirigiendo la operación desde un punto desconocido en el mapa. Este sujeto preguntaba a cada momento sobre los pormenores de las operaciones.
Para este día, la organización criminal espero hasta las horas de la noche, donde los cargamentos iban a ser depositados en el vestíbulo donde se efectuaría las revisiones, sin antes de hacer una maniobra para pasar desapercibidos: hacer pasar dos camiones, donde el primero era el cargamento que iba sin drogas, y el segundo el que estaba cargando los ladrillos de cocaína.
Luego de que los camiones hayan pasado la vaya de seguridad, llegada a la noche del 5 de julio, se inicio el embalaje del cargamento.
Hicieron videos, compartieron fotos y celebraban a lo grande por la tremenda hazaña que estaba a punto de lograrse por tremenda compra millonaria. Sin embargo, por asomo de unos segundos, la Policía Nacional del Perú se hizo presente en el procedimiento de guardado de drogas. Ellos nunca supieron que sus movimientos estaban siendo rastreados.