No saber qué pasó con un familiar desaparecido puede ser más doloroso que la misma muerte. Es un calvario que crece cada día ante la falta de respuestas. Este drama une a cuatro hogares cuyos parientes quedaron atrapados en un paro de comunidades nativas en el distrito de Río Tambo, Satipo, Junín, entre el 14 y 15 de abril. Casi tres meses después no hay rastro de ellos.
Se trata de José José Valdivia Andamayo (32), su sobrino Brandom Alejandro Cruz Rojas (19), así como Erick Cabrera Cáceres (43) y Adrián Asunción Ramírez Fernández (51). Hacían la ruta de costumbre para volver a casa.
Al llegar al puente Puerto Ocopa, en Río Tambo, se encontraron con pobladores ashaninkas que bloquearon el acceso desde el 11 de abril. Exigían que el Gobierno se presente tras el crimen de su líder, Santiago Contoricón Antúnez (58). El paro duró 18 días. Se levantó con la llegada de los exministros Vicente Romero (Defensa), Daniel Maurate (Justicia) y Leslie Urteaga (Cultura).
Para cuatro familias, sin embargo, empezaba una pesadilla. La República llegó a esta zona de la selva central, donde, según audios, mensajes y fotos, se produjo la última comunicación.
Los cuatro desaparecidos tras quedar atrapados en un paro de comunidades nativas en el distrito de Río Tambo, Satipo, Junín. Foto: Erwin Valenzuela, La República
“Evelyn, estoy en el puente y hay toque de queda. Dicen que si pasamos hasta nos pueden disparar. Es caminando, no quieren dejarnos cruzar, pero yo tengo que llegar sí o sí para el cumpleaños de mi hijita”.
Este es el audio que José Valdivia le envió a su esposa Evelyn Aydara Meza Matos (24) cuando se topó con el bloqueo. Laboraba en PerúEduca, ofreciendo cursos para profesores en centros rurales.
“Mi esposo volvía de Oventeni (Ucayali), el viernes 14, porque al día siguiente era cumpleaños de mi hija. A las 7.55 de la noche, me manda audio y dice que estaba atrapado en Puerto Ocopa. Hay una foto incluso. No respondió más. El 15 de abril, santo de mi hija, le escribí, pero desde las 7 a. m. ya no le caían los mensajes”, solloza.
“Tengo dos hijas de 3 y 6 años. La mayor pregunta por su padre. No sé si decirle que está muerto o que va a regresar. He recibido llamadas donde me han contado que lo han torturado, le han pegado y chancado con escopetas”, añade.
Bety Andamayo Carhuamaca (52), la madre de José, tampoco puede contener las lágrimas: “No quisiéramos encontrarlo muerto, que nos ayuden por favor”.
Evelyn Aydara Meza Matos, esposa de José Valdivia. Foto: Erwin Valenzuela, La República
Brandom Cruz es sobrino de José y viajaban juntos en una moto lineal porque tenían el mismo empleo. La mamá, Bedy Rojas, se aferra a las esperanzas. “Mi hijo me escribió a las 7.54 p. m. del viernes 14. Su celular timbró hasta las 6 a. m. del sábado. Ya nadie nos apoya en la búsqueda. Tienen derecho a la vida”, exclama.
Bedy Rojas es madre de Brandom Cruz quien exige justicia. Foto: Erwin Valenzuela, La República
Erick Cabrera cultiva cacao. Volvía de Atalaya hacia Pangoa cuando quedó retenido junto con Modelo, su mascota. En casa lo esperaban su esposa Ángela Amanda Rodríguez Melgarejo (29) y su bebé de 4 meses, a la que le decía 'Bombona'.
“El 15 de abril, a las 5 a. m., me dijo que estaba yendo a Puerto Ocopa. A las 10 ya estaba allá. Se escuchaban gritos. 'Me están pintando la cara y golpeando', alcanzó a decir. A las 4.30 p. m., tuvimos la última comunicación, me contó que estaba cerca del líder y cortó. Nunca más supe de él”, declara Amanda.
“La policía no se movía ni a la esquina los primeros días. Les mostré que el GPS del celular indicaba una casa en Puerto Ocopa, pero decían que no tenían orden. El 5 de mayo, cuando nosotros mismos recorríamos la zona buscando, encontramos a Modelo en una vivienda”.
“Me he enterado de que, el día de la desaparición, nativos lo acusaban de la muerte de su líder solo porque, al igual que el asesino, no era indígena, sino colono. Por lo menos que nos entreguen un cuerpo que podamos llorar, enterrarlo. No he velado las ropas de mi pareja porque, hasta que no la encuentre, para mí, está viva”.
Puente Puerto Ocopa, en Río Tambo donde desaparecieron cuatro personas. Foto: Erwin Valenzuela, La República
Adrián Ramírez cultivaba café. Tiene esposa y un hijo mayor. Su hermano Manuel Eugenio Ramírez Fernández (53) cuenta su tragedia. “El sábado 15, a las 8 a. m., me dijo que estaba viajando hacia Satipo en camión. A las 2 p. m., lo llamé para ver cómo iba porque debía pasar por Puerto Ocopa, pero desapareció, no volvió a contestar”.
“No sabemos si está vivo o muerto. Son casi tres meses. Estamos desesperados. Los hemos buscado por río, por tierra, hemos gastado todo lo que tenemos. Que nos ayuden a encontrarlo, sea vivo o muerto”, indica resignado.
Este caso es investigado bajo el presunto delito de secuestro hasta que se determine el desenlace. Según fuentes del Ministerio Público en Satipo, los desaparecidos habrían sido retenidos y golpeados por una turba. El destino que tuvieron es incierto. Buscar en medio de la selva es complicado. Para ampliar el plazo, el caso ha sido declarado complejo. La investigación se hace con el apoyo de policías y peritos de Lima. Se tienen previstas diligencias con el objetivo de identificar a los autores materiales e intelectuales.
Violeta Carhuaz, presidenta del Frente de Defensa de Satipo, afirmó que se sienten impotentes ante la desidia de las autoridades.
cuatro familias buscan a sus parientes desaparecidos por casi tres meses. Foto: Erwin Valenzuela, La República
La República recorrió las inmediaciones del puente Puerto Ocopa, que se alza sobre el río Perené. Se ubica en la carretera marginal y es la única ruta directa para llegar a Satipo. Los pocos pobladores que están por la zona evitan hablar.
Los parientes han llegado a Lima al no ser escuchados en su región. Aquí tienen previstas reuniones con la Defensoría y el Ministerio del Interior. Esperan que se reactive la búsqueda. Sin dinero, golpeados en el alma, están cansados de luchar solos en medio de la selva.