El Tribunal Constitucional (TC) resolvió declarar fundada la demanda presentada por Carlos Francisco Hinostroza Rodríguez contra el entonces alcalde de la Municipalidad Distrital de La Molina, Juan Carlos Zureck Pardo-Figueroa la cual señala que el muro que divide los distritos de La Molina y Villa María del Triunfo vulnera el derecho al libre tránsito, de igualdad y a no ser discriminado por razón de condición económica y social.
En esa línea, con esta demanda presentada por el magistrado Gustavo Gutiérrez Ticse se ordena la demolición de este muro construido a lo largo del perímetro entre los distritos antes mencionados.
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El TC tomó esta decisión el pasado 20 de diciembre, durante una sesión de Pleno jurisdiccional donde Gutiérrez Ticse señaló que “es un atentado a la libertad de tránsito, sobre todo, es un muro discriminatorio, porque divide dos clases sociales, y eso es inadmisible en una democracia contemporánea”.
En esa línea, dio un plazo máximo de 180 días para el retiro de dicha barrera que divide dos distritos. Como se recuerda, la BBC y Efe denominaron a esta barrera como “muro de la vergüenza” que tiene un promedio de 4,5 kilómetros con alambre de púas. Según los ciudadanos de La Molina, esto se puso para evitar la inseguridad ciudadana y la invasión de terrenos.
En imágenes recopiladas por Andina se observa que el muro que divide ambos distritos muestra la realidad entre las casas precarias y las opulentas. Durante años, esto se permitió hasta que el ciudadano Carlos Hinostroza presentó un habeas corpus por ser discriminatorio.
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Un hecho similar que aún no se soluciona es el caso del muro que divide los distritos de Surco (Las Casuarinas) y San Juan de Miraflores (SJM). En esta zona se puede ver dos realidades que parecen lejanas.
En la parte de SJM, específicamente en la zona de Vista Hermosa, los ciudadanos no tienen agua y las carencias debido a la pobreza es lo que más predomina. Por otro lado, en Las Casuarinas, la realidad es otra. De este lado se pueden ver los lujos que posee este sector limeño.
La historia de este desencuentro comenzó treinta años atrás, en 1985, cuando las migraciones desbordaban la periferia de Lima. Fue el Colegio La Inmaculada de Las Casuarinas el que levantó el primer muro, uno de tres metros de altura que fue construido en tiempo récord.