El Gobierno busca construir un nuevo currículo nacional de educación básica. Así lo ratificó el último lunes el presidente Pedro Castillo en la Cumbre sobre la Transformación de la Educación, en el marco de la Asamblea General de la ONU.
“Estamos realizando consultas sobre la currícula ‘Tu voz para una mejor escuela’. El objetivo es contar con una (herramienta) actualizada para desarrollar aprendizajes en un marco de valores que promuevan ciudadanía con respeto a derechos humanos, medio ambiente y diversidad”, señaló.
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Este documento, cuya última versión la aprobó el Ministerio de Educación (Minedu) el 2016, rige la política educativa y dicta los aprendizajes que se esperan de los peruanos en sus 11 años de escolaridad, así como su perfil de egreso.
El interés por trabajar otra versión no es reciente: figura en la Política General de Gobierno, en el plan de emergencia del sistema educativo, en el último mensaje a la nación, así como en un acta de reunión entre el Minedu y la Fenate, sindicato fundado por el presidente Castillo. Ahora está en marcha.
Sin embargo, exministros de Educación, como Daniel Alfaro y Ricardo Cuenca, consideran que en la actualidad no resulta necesario elaborar un nuevo documento, cuya última versión tomó varios años y una amplia consulta. Subrayan que ello no atenderá lo prioritario: la recuperación de los aprendizajes.
“Tener un currículo implementado 5 o 6 años no es suficiente para identificar sus reales impactos en los aprendizajes. Es muy pronto para cambiarlo. También cortará el proceso de sensibilización y capacitación ya iniciado con los docentes”, señala Alfaro Paredes, también fundador de Pirka Consultoría.
Clases presenciales. Foto: John Reyes Mejia / La República
A esto, la extitular del sector Marilú Martens añade la importancia de mantener los siete enfoques del documento vigente, entre ellos el de igualdad de género, que recibió ataques de grupos conservadores desde el Poder Judicial y el Congreso.
Incluso, la ley n° 31498, promulgada por el Parlamento, luego de que el Ejecutivo no la observara, ordena que los padres participen en el proceso de elaboración de libros y el currículo, lo que incluye consultas en temas vinculados a la educación sexual integral e historia.
Para Martens, los enfoques no son estructuras de una sola gestión o gobierno, sino marcan el perfil del peruano que se requiere, así como sus valores, por ello deben permanecer. No obstante, aclara que, dado que el currículo pasa por una revisión tras 5 años de su aprobación, pueden mejorarse lo vinculado a aprendizajes de otras lenguas, lo digital o la lectura.
Para Alfaro, lo óptimo no sería cambiar su estructura, sino adecuar el actual para enfocarse en los aprendizajes que se necesitan recuperar por la pandemia.
“Si se van a reorganizar áreas o incluir temas nuevos, no se necesita un cambio curricular, solo una adecuación de planes o metodologías (...). No le encuentro un sentido, salvo un sentido de reforma política y cultural que tendría que transparentarse para discutirlo”, añade Cuenca, investigador del Instituto de Estudios Peruanos.
Medida sanitaria. El uso de mascarillas en colegios sirve para evitar contagios, para algunos. Para otros, estaría afectando el desarrollo de los escolares. Foto: John Reyes/La República
En un encuentro con directores de educación de la selva, el titular del Minedu, Rosendo Serna, calificó como “segundo momento clave para la educación” la “reedición, construcción y actualización” del currículo. “Queremos uno pertinente, flexible, diversificado, pero no en el papel; es más, que a partir de ello se construyan los currículos regionales. Cuánta falta ha hecho desde el Minedu dar asistencia técnica para que se construyan”, señaló.
Un antecedente a esta propuesta, que fue calificada como ilegal por el Minedu, se dio el 2019 cuando el entonces gobernador de Junín, Vladimir Cerrón, intentó crear un “nuevo diseño curricular regional” en reemplazo del nacional.
Ricardo Cuenca, exministro de Educación
“Un currículo es un proyecto político y cultural en cualquier lugar del mundo. Es una apuesta que hace el Estado por el tipo de personas que quiere formar; por lo tanto, termina siendo un espacio de disputa”.