Consuelo Estrella Rivero Hoyos, una mujer de nacionalidad boliviana, usaba la aplicación Tinder para seleccionar cuidadosamente a hombres con poder económico para fingir intereses amorosos con ellos y sustraerles miles de dólares con engaños. Esta modalidad es similar que la de Simón Leviev, conocido estafador que saltó a la fama por la plataforma Netflix.
El administrador de empresas, experto en marketing y profesor de postgrado en una reconocida universidad en Lima, Julio Chirinos, creyó ciegamente en la encantadora fémina, a quien llegó a considerar el amor de su vida. En solo una semana de haberla conocido en Tinder, quedó prendado y, sin dudarlo, inició una relación sentimental.
La mujer de nacionalidad boliviana operaba en Perú, donde buscaba hombres con poder económico. Foto: captura de América TV
“Me encuentro con una solicitud de amistad y veo que esta persona era de Santa Cruz. Como yo doy conferencias y dicto cursos en Latinoamérica, pensé que era una persona que quería contactar conmigo para fines profesionales”, narró el afectado en diálogo con el dominical “Cuarto poder”.
“Y es por Zoom que, en menos de una semana, esta persona me enamora, caigo totalmente enamorado, no por la belleza, sino por la forma en la que te hacía sentir y las palabras que utilizaba para poder conectar contigo”, añadió.
Consuelo Rivero, de 40 años, se presentaba en Tinder ante los incautos como una mujer cerca de la ‘perfección’. Profesional e independiente, aseguraba que era una exitosa abogada con doctorado en derechos humanos por la universidad de San Marcos y coordinadora del área legal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, conocido como el PNUD. Información que también aparece en su perfil de LinkedIn.
Cuatro meses después de iniciado el vínculo amoroso con Julio Chirinos, la ‘estafadora de Tinder’ expresó a su nueva ‘pareja’ sus deseos de comprar un lote en una zona pudiente del norte de Santa Cruz. “Al cabo de un par de semanas, ya estuve compartiendo los gastos de la inversión de un lote de 500 metros cuadrados al norte de Santa Cruz, valorizado en unos 150.000 dólares”, aseveró.
La mujer de nacionalidad boliviana operaba en Perú, donde buscaba hombres con poder económico. Foto: captura de América TV
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Tras el terreno de 500 metros, llegó el departamento y el hombre pasó a pagar cuotas mensuales de 1.500 dólares por un inmueble que constaba 220.000. “Jamás le iba a pedir los contratos, porque vivíamos acá, teníamos una relación, ya conocía a su familia, conocíamos todo de nosotros”, acotó.
Supuestamente, Consuelo Rivero laboraba en tierras peruanas, pero salía del país constantemente con la excusa de tener un jefe muy exigente. “Yo en ese momento confié en ella que tenía que ir a trabajar”, lamentó Chirinos.
Sin embargo, para ese entonces, ella ya había empezado a frecuentar a su siguiente víctima, Germán Caballero, un empresario dedicado a la agricultura.
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“Quedamos en comer, me invitó a la Huaca Pucllana a cenar. Ella me invitó, pagó todo, me sorprendió y hasta ahí todo bien (...). A mí me cayó muy bien una persona madura, que trabajaba, independiente. Me sorprendió, nos matamos de risa, fue muy agradable”, afirmó.
Poco tiempo después, Consuelo sorprendió a Germán con un falso embarazo, situación que despertó sospechas en el hombre de negocios. Él lo descubrió gracias a que mandó a analizar una supuesta ecografía. “Yo, felizmente, tengo un amigo ecógrafo de los buenos allá en Chiclayo; le pregunté cuánto tiempo tenía y me dice ‘German, tiene 10 a 12 semanas’”.
Germán Caballero aseguró haber sido engañado por Consuelo Rivero, con quien mantuvo una relación sentimental. Foto: captura de América TV
“La llamo y le digo: ‘Nunca más me vuelvas a llamar, no quiero saber nada más de ti, la foto que me has enviado es de 10 a 12 semanas, eso no es mío’ (...). Fue una mala experiencia, una persona de las más malas que he conocido en toda mi vida”, aseguró.
Además de Julio, Germán y otros hombres que no quisieron participar en el informe del dominical, Consuelo Rivera también engañaba a familiares y allegados de sus víctimas.
Isabel, conoció a Consuelo hace más de seis años, cuando la boliviana aún estaba casada con uno de sus mejores amigos. Se ganó su confianza, pero la estafadora no tardó en mostrar sus verdaderas intenciones.
“Inicialmente me dijo 15.000 soles y después me pidió más, en total ella me debe como 42.000 soles (...). Ella sabe perfectamente porque es su negocio, sabe que por préstamo no hay cárcel. Ya prácticamente se desentendió de la deuda”, aseveró.
“Yo nunca la he visto trabajar, vivía de todo el dinero que nos sacaba, a las parejas que tiene, ella las ha contactado por Tinder y se ha mostrado como una mujer pudiente, amable y cariñosa. Una vez que capta a las personas, su fin es casarse, es una delincuente, una estafadora”, continuó.
Claudia también fue estafada por Consuelo y recuerda cada detalle del cambio físico de esta mujer, según dijo, para despistar luego de engañar a sus víctimas. “Ella pregunta dónde trabajas, cuánto ganas, ve qué te pones, hasta qué perfume de echas, ella estudia a las personas. Es un fantasma, un holograma, alguien que fingió ser lo que no es”, dijo indignada.
La estafadora de Tinder cuenta con antecedentes en su país de origen: Bolivia. Allí, ella también estafaba a las personas, por lo que estuvo recluida. Tras huir de las autoridades, ella vino a Perú a comenzar otra vez su red criminal.
Simon Leviev o también conocido como el ‘estafador de Tinder’ se hizo famoso por un documental de Netflix, el cual narra la historia de tres mujeres que fueron estafadas con millones de dólares por él a través de la aplicación de citas.
Tras el éxito del proyecto, Simon eliminó sus redes sociales, no sin antes indicar que él contaría la versión de su historia. También fue vetado de Tinder; sin embargo, estaría en negociaciones con Hollywood para realizar su propio reality show.
Un estimado de US$10 millones, según The times of Israel fue lo que robó El estafador de Tinder. Foto: Netflix.