A muchos de los que viajaban en el ómnibus de León Express les rondaba la idea de que “algo” podía pasar. Una de ellas era Alejandra Guerra Castro. Antes de que ocurriera el accidente, en Matucana, le advirtió al chofer que iba a demasiada velocidad y le pidió que se calmara. Al volver para reencontrarse con su novio, el campeón de marinera Jairo Hurtado Velásquez, ocurrió lo que temía. Cuando despertó vio la magnitud de la tragedia. “¿Amor, dónde estás?”. Jairo nunca le respondió.
“Mi amor, mi vida, mi negrito. Siempre vas a ser el amor de mi vida estés donde estés. Toda la vida te llevaré en mi corazón, vivirás en mí, me enseñaste tantas cosas que nunca voy a olvidarlas. Lograré hacer todo lo que te prometí hacer. Siempre serás mi campeón de la marinera norteña que tanto te apasionaba”, escribió Alejandra en su cuenta de Facebook.
Ellos viajaron a Huánuco para hacer turismo, aprovechando el último fin de semana largo. En un video se aprecia a Jairo, con mucho garbo, bailando en la plaza de armas de esta ciudad, haciendo honor al apelativo de ‘Caballero de la Marinera’, como lo llamaban.
“Amigo, se nos quedó el baile pendiente, quién me soportará en los ensayos. Hoy tuve tu sombrero entre mis manos y no puedo creer que ya no estés. Se que tú dabas la vida por Alejandra y ella por ti. Tu legado seguirá”, dice Cindy Ruiz Quezada, su pareja de baile.
Jairo tenía en mente hacer crecer su academia, ahí enseñaba lo mínimo a sus alumnos. Antes de que fuera cremado, a Jairo le pusieron el traje con el que fue campeón nacional de marinera en el 2019.
victimas accidente matucana
Otra historia que demuestra que la realidad supera la ficción es la de una pareja de evangélicos. En el fatídico bus viajaba Yanet Sandoval Pérez. Ella venía a Lima, ilusionada, a comprar su vestido de novia.
Alistaba todo, pues el 18 de noviembre iba a contraer matrimonio con Ronald Juan de Dios, un pastor evangélico, 23 años mayor que ella.
Yanet nació hace 23 años en el distrito de Molino, provincia de Pachitea. La joven integrante de la Iglesia Movimiento Misionero Mundial era la mayor de seis hermanos y viajaba a Lima en el asiento número 15 del bus C3M-953 que conducía Edwin Jesús Celis Moreno.
Ronald recuerda que la había invitado a Lima para comprar el vestido de novia y el anillo de compromiso. “La seguiré amando toda mi vida”, señala el pastor evangélico.
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Dejó sus estudios truncos. Herlly Carrasco Sudario (32) murió cuando volvía a Lima tras realizar estudios para su tesis y obtener el bachillerato en la carrera de Industrias Alimentarias.
La joven tesista ya había concluido el pregrado en la universidad. Fue a la región Huánuco a recorrer varios pueblos donde recopiló información. La tragedia se cruzo en su camino.
“Herlly iba a graduarse como nutricionista y para culminar su tesis decidió regresar a Huánuco, donde visitó su natal Tantamayo, Collaybamba y Chavín de Pariarca. Luego de recopilar datos para su trabajo de investigación regresaba a Lima, donde radicaba desde hace varios años”, recuerda una amiga de su promoción.
victimas accidente matucana
Otro proyecto de vida que quedó trunco es el de Omar José Núñez Márquez, un joven venezolano de 17 años, quien regresaba a Lima luego de participar en una competencia de básquet en Huánuco.
Su madre, Olifer Márquez Ranger, está internada en el hospital Hipólito Unanue, mientras que su hermano David tuvo la penosa tarea de ir a la Morgue Central de Lima para recoger el cadáver del adolescente.
Omar soñaba con convertirse en un basquetbolista de categoría. Venía a probarse a un club limeño. Era su anhelo.
victimas accidente matucana
Milena Gómez Jara también perdió la vida en el accidente del León Express. Ella era egresada de la especialidad de Administración de Empresas del Instituto de Educación Superior Juan Bosco de Huánuco.
“Hijita linda, no puedo contener mi dolor por tu trágica partida a la eternidad. Siempre vivirás en mi mente y corazón. Descansa en paz, tus recuerdos serán nuestra fortaleza para toda la familia”, señala su tía Albina Gómez Gonzales.
La de Milena es una de las 34 vidas que se apagaron el último martes en el sector de Matucana. Todas truncadas por la negligencia de un conductor y la desidia del Estado, que abandonó un servicio público vital.
“Los usuarios continúan viajando en ómnibus sin control. Se debe encarcelar a los responsables y mejorar las vías y los servicios, y que al menos cuenten con mejores condiciones de seguridad”, dice Albina Gómez.
Jair, Yanet, Omar, Herlly y Milena eran pasajeros que pudieron haberse quedado en su casa o en sus centros laborales, disfrutando de sus familias y de sus compañeros. Pero el destino quiso que formaran parte de una de las tragedias más grandes en la historia de la Carretera Central, en Lima.
“Yanet viajó en ese ómnibus por ser generosa”, resumió su novio Ronald Sandoval.
Con ellos, otras 29 personas abordaron el bus de la muerte la noche del 30 de agosto, pagando 45 soles cada uno por el pasaje. Jamás imaginaron que terminarían en un abismo de más de cien metros, atrapados entre los fierros retorcidos de un vehículo que, según Sutran, tiene 26 sanciones por infracciones graves y muy graves.
La última sanción antes del accidente fue del 11 de agosto del 2021 y es una papeleta por exceso de velocidad, el mismo factor que lo llevó al abismo.
Cifra. Según la Asociación de Víctimas de Accidentes de Tránsito, en lo que va del año ya hay más de 1.600 muertes.
Exceso. El bus que cayó al abismo alcanzó los 94 km/h antes de la tragedia, cuando debió ir a solo 35 km/h.