El Perú va dejando atrás uno de los años más turbulentos de su historia, pues desde que llegó la pandemia por la COVID-19, los contagios y muertes no cesaron. Sin embargo, como país ya teníamos un grave problema que le arrebataba la vida a las mujeres a causa de la violencia machista: los feminicidios.
Las cifras que hasta el momento se tienen, aun sin un balance general de la situación, son durísimas. De acuerdo al registro del Programa Nacional Aurora (PNA) del Ministerio de la Mujer (MIMP), hasta noviembre del 2020 se han contabilizado 121 feminicidios y 281 tentativas de feminicidio, siendo Lima la región con los índices más altos de estos crímenes. Solo durante la estricta cuarentena entre marzo y julio, se reportaron alrededor de 36 crímenes de este tipo.
Las víctimas de feminicidio son mujeres que en su mayoría mantenían una relación o habían decidido terminar con la misma por algún tipo de violencia. El 83% eran adultas; el 15%, niñas o adolescentes; y el 2%, adultas mayores. Pero hablemos también de las víctimas indirectas, la niñez que queda en la orfandad porque la madre fue asesinada por el padre: a la fecha son 152 niños en esa situación. El futuro para ellos estará definido por la incertidumbre, pues desde el Estado no existe ningún programa integral que garantice su atención.
Pero ¿quiénes son los agresores? Según las estadísticas, el 52% son varones adultos de entre 30 y 59 años y el 33% son hombres jóvenes de entre 18 y 29 años. El 73,6% de estos perpetradores eran parejas de las víctimas, mientras el 18,15% eran exparejas. Es decir, eran personas del entorno más personal de las afectadas, sujetos que tenían un vínculo de confianza afianzado y que decidieron romper cuando sentían que dejaban de tener control sobre las mismas.
Los feminicidios son consecuencia de un problema estructural que tiene al país sumido en el machismo. Los esfuerzos realizados hasta el momento lamentablemente parecen ser insuficientes, aun más cuando padecemos con una descontrolada pandemia que obligó a los Centros de Emergencia Mujer (CEM) a dejar de operar. En su reemplazo, se pusieron en marcha a los Equipos Itinerantes de Urgencia (EIU), los cuales tienen la obligación de atender integralmente a las víctimas de violencia de todo el país.
A solo días de concluir el año, los números son desalentadores, pues reflejan que vivimos en una sociedad demasiado violenta para con las niñas, adolescentes y mujeres que caminan a diario por este país. Por su parte, mientras las autoridades siguen conflictuadas en la búsqueda de una vacuna que termine con el nuevo coronavirus; los feminicidios, una problemática de larga data que nos aqueja, sigue sin tener remedio definitivo.