Luis Álvarez
Cusco
A mitad de semana más de un centenar de emprendedores cusqueños realizaron una marcha en la que pedían a las instituciones financieras el congelamiento de sus deudas. Indicaron no tener ingresos para pagar. Al borde de las lágrimas manifestaron que tuvieron que cerrar sus negocios por la pandemia a causa de la COVID-19.
Sin embargo hay un grupo de empresarios que contra toda adversidad, se resisten a cerrar sus locales y evitar que su marca quede en el olvido. Por ello se reinventan y algunos incluso se arriesgan a invertir.
Es el caso de Saby Saldivar, propietaria de la conocida heladería “Qucharitas” ubicada a pocos pasos de la Plaza Mayor. Cuenta que desde que inició la primera fase de la reactivación económica, tuvo que cambiar la modalidad de sus servicios y adaptarse al sistema por delivery. “Contamos con los permisos, implementamos los protocolos, tenemos una marca que mantener en un mercado al que debemos adaptarnos. Bajo esta modalidad prácticamente no ganamos nada”. Contó que un buen día llegaba a vender aproximadamente tres mil soles y tenía 20 empleados en su mayoría estudiantes, hoy solo quedan cuatro colaboradores y las ventas se redujeron hasta en un 90%.
En medio de la pandemia y la crisis económica, un grupo de cinco emprendedores cusqueños decidieron arriesgarse y montar en la ciudad un sistema de reparto de comida conocida como dark kitchen, en la que varias marcas y conceptos culinarios se juntan en una sola cocina desde donde sale una gran variedad de platos. El grupo “Cusqueñisima” introduce este sistema que es practicado en las grandes ciudades del mundo, “nuestra primera responsabilidad es cumplir las normas sanitarias, para ofrecer nuestra variedad” explica Ray Carmona, representante de la marca.
El emprendedor refirió que en los pocos días de abierto su negocio obtuvo una buena demanda, tanto que tuvieron que emplear a más colaboradores. “Esta experiencia también nos muestra que podemos aprovechar los tiempos de crisis para hacer negocio honesto” agregó.