El documento lleva el membrete del Colegio Médico del Perú. En él, un galeno que trabaja en el consultorio médico Señor de la Justicia, del distrito de Carmen de la Legua-Reynoso, certifica que me atendió en consulta, que me evaluó y que me diagnosticó gastroenterocolitis aguda, una infección de la mucosa del estómago, para la que me prescribió un tratamiento a base de antibióticos, antiácidos y antipiréticos, y me otorgó un descanso médico de tres días.
El documento lleva la firma y número de colegiatura de la médico Catia Aguilar Acosta.
El problema es que la doctora Aguilar no me conoce. Nunca nos hemos visto en persona. Y, por supuesto, ese diagnóstico es una completa mentira.
El consultorio Señor de la Justicia es uno de los varios policlínicos particulares situados en los alrededores del Hospital San José, en el Callao, que venden certificados de descanso médico a pedido del cliente.
¿Necesita un día libre para hacer gestiones personales? ¿Quiere hacer un pequeño viaje de vacaciones? ¿O le provoca, simplemente, quedarse haraganeando en casa? Puede comprar allí su descanso médico.
En un recorrido que La República realizó hace unos días por las calles aledañas a este nosocomio comprobó la relativa facilidad con la que cualquier ciudadano puede conseguir este tipo de documentos.
En principio, no los ofrecen en las calles más concurridas, pero hay que tener un poco de paciencia. Este reportero preguntó a varias ‘jaladoras’ y recién al cuarto intento encontró una respuesta positiva.
La mujer, que llamaba clientes para un policlínico situado en la cuadra 1 del jirón Chocano, me pidió que la siguiera. Caminamos varios metros, dimos la vuelta por el jirón Lima y entramos al jirón Piura, un pasaje donde están los consultorios más pequeños de la zona.
Fue así que llegamos al consultorio Señor de la Justicia. Allí, la recepcionista me preguntó para cuántos días era la orden. Le dijimos que tres días y contestó que todo costaría 45 soles. Indicó, además, que comprara el formato único del Colegio Médico del Perú, porque eso le daría mayor peso al documento.
Al volver con el formato, la recepcionista me preguntó qué diagnóstico quería que anotaran. Le contesté que no sabía: ¿qué podría justificar una ausencia de tres días? Después de consultarlo con otra trabajadora, me dijo que escribirían “gastroenterocolitis aguda”. “Es una infección al estómago”, añadió. Con mis datos anotados y el dinero cobrado, se retiró al interior del consultorio.
Cinco minutos después, sin necesidad de que la supuesta galena me viese siquiera de lejos, tenía en las manos el descanso médico que me permitiría faltar por tres días al trabajo.
Con la misma facilidad adquirí otro certificado en un establecimiento cercano, el Policlínico Señor de Luren. Esta vez, a sugerencia de la recepcionista, el falso diagnóstico fue “lumbalgia aguda”. Luego, otro trabajador me indicó qué podía decir si el personal de Recursos Humanos de mi empresa me pedía detalles de esta dolencia: “Que ha cargado mal, que ha hecho un mal movimiento y [que le han prescrito] un tratamiento con ampollas hasta que se recupere”.
Diez minutos después, el trabajador me entregó el certificado médico: un simple papel membretado en el que figuraba mi supuesto diagnóstico, con la firma y el sello del médico Lino Antonio Gallardo Duque. Para completar la mentira, me entregó una supuesta receta de analgésicos y antiinflamatorios. De esta manera, se consumaba un delito tipificado en el artículo 431° del Código Penal: el de Expedición de certificado médico falso. El trabajador no lo sabía, o quizás no le importaba.
Enfoque
Miguel Palacios Celi
Decano del Colegio Médico del Perú
Todos los médicos tenemos que cumplir lo estipulado en el Código de Ética del Colegio Médico del Perú. Los médicos saben que no pueden expedir un certificado faltando a la verdad. En primer lugar, tienen que evaluar al paciente. No pueden expedir un certificado sin haberlo visto. Tienen que tenerlo físicamente, hablar con él, examinarlo. Segundo, tienen que certificar en dicho documento lo que han encontrado. No pueden exagerar ni emitir juicios de valor. De lo contrario, estarían violando el Código de Ética. En ese caso, el estatuto del Colegio Médico establece sanciones. Primero pasan por un proceso indagatorio y de hallarse indicios de que han inventado un acto médico que no han realizado, se les abre un proceso ético. Las sanciones pueden ir desde una amonestación hasta una suspensión del Colegio Médico, la que puede ser desde 15 días hasta 12 meses y, si es reincidente, dos años.