Juan Jiménez Mayor, expresidente del Consejo de Ministros y exrepresentante del Perú ante la Organización de Estados Americanos, respondió sobre la misión que próximamente vendrá al Perú. Señaló que una respuesta a la crisis podría ser la salida constitucional de Pedro Castillo y la asunción de la vicepresidenta, Dina Boluarte.
—La misión de la OEA viene en un par de semanas. ¿Cree que pueda tener algún éxito en tratar de encaminar el diálogo con la polarización actual?
—En realidad, vienen a saber qué está pasando en el Perú, ni siquiera es un tema de buscar un acercamiento entre las partes. Vienen a enterarse y a informar al Consejo Permanente. No me agrada mucho que sean cancilleres los que vengan…
—¿Por qué?
—Porque vienen por dos días y van a ser, seguro, reuniones muy rápidas. Era mucho más eficiente traer personalidades que pudieran venir más tiempo y con más ganas, seguramente, de hacer un trabajo de más largo plazo. Esto va a implicar que el trabajo duro, posiblemente, estará a cargo de una segunda línea, con el equipo que va a comandar el excanciller de Paraguay (Eladio Loizaga).
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—¿El representante de la secretaría general?
—Sí, que es alguien que me genera confianza porque no es una persona manipulable. Si ponían a una persona del staff de la OEA ahí, la cosa podría haber sido más cuestionable.
—¿En qué sentido lo dice?
—Que pusieran a un operador de Luis Almagro (secretario general de la OEA) dentro de la misión. Porque las misiones de la OEA, orgánicamente, dependen de un señor que se llama Francisco Guerrero, personaje puesto por México. En la OEA hay misiones electorales, misiones anticorrupción, que tuve el privilegio de conducir en Honduras y se desactivó, y esta sería una ad hoc que sale de la misma Secretaría para el Fortalecimiento de la Democracia. Bueno, Guerrero es de la absoluta confianza de Almagro.
—La presencia de Loizaga le dice que la misión no responderá a los designios de Almagro.
—Sí. Al excanciller paraguayo lo he visto varias veces, hemos conversado, y no es alguien que pueda ser manipulable. Espero no equivocarme. Él va a ser el personaje más importante de la misión.
—Mi impresión es que la OEA se encontrará con dos sectores con comportamientos antidemocráticos cada uno, una especie de tablas, ¿no?
—Sí, estamos en una crisis tanto del lado del Ejecutivo y del Congreso. Claro, esos escenarios pueden ser conciliables si hay voluntad de un lado y del otro. El problema es que el presidente Pedro Castillo y su equipo de gobierno no dan signos de enmendar las cosas, no hay una agenda de país ni dirección política que generen algún tipo de entusiasmo.
—Me dice que la OEA llegará, se informará, luego comunicará lo encontrado al Consejo Permanente, ¿y luego qué puede ocurrir? Vinculante no es.
—Correcto, no es vinculante. Ahora, polarización hay en otros lados. La foto que vienen a ver acá no es necesariamente exclusiva. Lo que ha pedido el Consejo Permanente es que se les informe. Seguramente se hará algún tipo de recomendación para hacer algún tipo de seguimiento y quizás una de las conclusiones, que deberá ser avalada por el gobierno peruano, no necesariamente por la oposición, es que haya acompañamiento para el diálogo y evitar escenarios dramáticos para la democracia peruana.
—¿Qué pasaría si el Congreso vacara a Castillo?
—Si el Perú, a través de sus instituciones y su Constitución, plantea una salida a la crisis mediante una vacancia, hay que recordar que ya hemos tenido escenarios en los que ya se ha destituido a presidentes y en donde la OEA no ha tenido nada que decir. Claro, el problema son siempre los votos, que es el desafío del Congreso.
—¿Ve viable la opción de nuevas elecciones generales?
—Lo veo difícil, porque lo que no se ve es voluntad de los congresistas de acortar su mandato, de tal manera que lo que está en juego son sus quincenas.
—¿Ve viable vacar a Castillo y que el Congreso se quede?
—Podría ocurrir en el escenario en que exista una sucesión presidencial, donde la vicepresidenta, Dina Boluarte, asuma la conducción del país hasta el 28 de julio de 2026. Y sería algo totalmente legítimo.
—Sería legítimo, por cierto. Sin embargo, hay un sector del Congreso, el más radicalizado, que también se quiere desprender de Boluarte.
—Es que ese es el tema que no estamos viendo adecuadamente y creo que la gran solución del país podría ser esa. Cada vez hay menos congresistas que están en esa línea radical de que se vaya todo el Ejecutivo, que son el señor (Jorge) Montoya y algunos adláteres, pero el resto de políticos en el Parlamento podrían estar en una posición de buscar una salida constitucional más razonable.
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—Es decir, la permanencia del Ejecutivo con la asunción de Dina Boluarte. Esa le parece a usted la salida más inteligente.
—Me parece la salida a la crisis en estos momentos.
—¿Y la acusación constitucional contra ella que está corriendo en paralelo por lo del Club Apurímac y las gestiones realizadas a su favor?
—Bueno, habría que sopesar realmente si eso puede inhabilitar una decisión electoral tan importante como la elección de una autoridad de ese nivel. La falta probablemente fue un hecho cuestionable, sí, pero no faculta a una inhabilitación como la que se está planteando. La acusación constitucional no necesariamente te debe llevar a un escenario de inhabilitación.
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—Hay gradualidades en la sanción.
Es correcto. La proporcionalidad debería ser sopesada en este caso, si es proporcional que el país pierda a una vicepresidenta de la República por un hecho de esa índole. Claro, todo dependerá, por supuesto, de las decisiones inteligentes que se puedan tomar en su momento. Si las decisiones son apresuradas y poco prudentes, la salida puede terminar siendo algo así como un suicidio colectivo.
—Es muy optimista con eso de “salidas inteligentes”.
—Trato de tener una visión más o menos positiva en medio de una crisis como la que tenemos.