Mario Munive. Enero, 1993. Shougang, el gigante chino del acero, se instala en Marcona para satisfacción de los ingenuos servidores de la única mina de hierro del Perú. ¿Pero por qué tanto entusiasmo si la privatización acaba de dejar en la calle a 1600 trabajadores? Nuestro futuro está asegurado con Shougang. Eso creían los que sobrevivieron a la poda, cuando llegaron los ingenieros de una empresa que era administrada por el Partido Comunista Chino.Poco se sabía entonces de las prácticas laborales de los herederos de Den Xiaoping. Los chinos ofrecían resucitar la empresa, exánime tras los estropicios del gobierno aprista. Un dirigente sindical, que visitó la planta de Pekín, declaró tras volver a Marcona: "Shougang es la expresión de la nueva China". Habían prometido invertir 150 millones de dólares en la mina. 14 años después Shougang es una decepción. No cumplió con la inversión prometida y fue obligada a pagar una multa. Un año declaró pérdidas para no dar utilidades a sus trabajadores. No tolera la actividad sindical y fracasa cada vez que negocia un pliego de reclamos. La empresa parece acostumbrarse a una huelga por año, con bloqueo de la Panamericana Sur, y despido de dirigentes incluido. Mientras se elevan las utilidades de Shougang (para felicidad de los 'competitivos' jerarcas del Partido Comunista Chino), entre los obreros peruanos de Marcona lo único que se puede multiplicar por estos días es una sensación de incertidumbre y descontento. Mario Munive. Enero, 1993. Shougang, el gigante chino del acero, se instala en Marcona para satisfacción de los ingenuos servidores de la única mina de hierro del Perú. ¿Pero por qué tanto entusiasmo si la privatización acaba de dejar en la calle a 1600 trabajadores? Nuestro futuro está asegurado con Shougang. Eso creían los que sobrevivieron a la poda, cuando llegaron los ingenieros de una empresa que era administrada por el Partido Comunista Chino.Poco se sabía entonces de las prácticas laborales de los herederos de Den Xiaoping. Los chinos ofrecían resucitar la empresa, exánime tras los estropicios del gobierno aprista. Un dirigente sindical, que visitó la planta de Pekín, declaró tras volver a Marcona: "Shougang es la expresión de la nueva China". Habían prometido invertir 150 millones de dólares en la mina. 14 años después Shougang es una decepción. No cumplió con la inversión prometida y fue obligada a pagar una multa. Un año declaró pérdidas para no dar utilidades a sus trabajadores. No tolera la actividad sindical y fracasa cada vez que negocia un pliego de reclamos. La empresa parece acostumbrarse a una huelga por año, con bloqueo de la Panamericana Sur, y despido de dirigentes incluido. Mientras se elevan las utilidades de Shougang (para felicidad de los 'competitivos' jerarcas del Partido Comunista Chino), entre los obreros peruanos de Marcona lo único que se puede multiplicar por estos días es una sensación de incertidumbre y descontento.