Juan Carlos Soto
Arequipa
Era consciente que se infectaría en cualquier momento. Pero tenía confianza en su fortaleza física y mental. Relativamente joven con 40 años a cuestas y sin enfermedades preexistentes, el acalde mistiano estaba seguro que iba a vencer al virus fácilmente. Se equivocó. Fue una guerra de 20 días con batallas ganadas y otras perdidas que lo pusieron con un pie en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de un hospital recibiendo oxígeno de un ventilador.
Días antes de caer enfermo, Omar Candia visitó mercados y participó en reuniones. Eran actividades obligadas en donde tomaba las medidas de bioseguridad. Igual se infectó.
Hasta ahora no tiene claro cómo lo contrajo. Quizá en una reunión donde agarró un micrófono contaminado y luego se frotó los ojos o en los mercados. “Es una enfermedad dolorosa que te quiebra física y emocionalmente. No la deseo ni para mi peor enemigo”, nos confiesa en una larga charla por teléfono.
Enfermó cuando el sistema sanitario colapsó. No había camas en los hospitales. Debía tratarse en casa.
El calvario comenzó para él, el 8 de julio. Esa madrugada no concilió el sueño debido a una picazón de garganta y sudoración. Le aplicaron dos pruebas rápidas que arrojaron negativo. Como los síntomas persistían optó por una molecular que detectó el virus. Le recetaron ivermectina, azitromicina y paracetamol. No surtió efecto. La única explicación era que tenía carga viral fuerte. Le dieron antibióticos de UCI inyectados a la vena.
Reaccionó favorablemente, entonces le redujeron la dosis y ahí comenzaron los problemas. El médico también dispuso el cambio de la intravenosa por intramuscular. El virus volvió a la carga y le provocó daño pulmonar. No podía respirar, la saturación de oxígeno en la sangre apenas marcaba 84 cuando lo normal es 94. Volvieron las fiebres.
Los médicos plantearon la posibilidad de internarlo. “Pensé en lo peor”, dice. Varios de sus amigos han caído. Uno de ellos, Daniel Gómez, gerente general del municipio, su mano derecha y compañero de vida. En la comuna edil se estima que hay más de 100 contagiados.
Jugaría su última carta triplicando la dosis de antibióticos, pero esta comenzó a generarle trombosis, coagulación de la sangre con el riesgo de un derrame o infarto. Le añadieron anticoagulantes para prevenir ese riesgo. Si ese tratamiento no funcionaba el siguiente camino era UCI. “Anda buscando una cama en un hospital”, le dijeron los médicos sin anestesia.
Candia lo confiesa, intentó no quebrarse pero a veces es inevitable. No todos los médicos quieren atender a un paciente COVID-19. El contagio se propaga en la familia, reina la incertidumbre. Lo puso muy mal la muerte de Hugo Condori, periodista de radio Yaraví. El médico le prohibió noticias y el celular. Tuvo que desconectarse.
¿Es el peor suceso que enfrentó en su vida?
Nunca me enfermé así, nunca me clavaron tantas veces. Fui una persona muy sana y nunca pensé estar con oxígeno o tener un catéter en la mano.
En la conversación admite que es una enfermedad muy cara. Se salvan quienes tienen una mejor caja. Cada receta era de 700 soles. Conseguir un balón de oxígeno demanda hasta cinco mil soles. Por eso él quiere madurar una propuesta: que el tratamiento COVID sea gratuito. También gestionará la donación de una planta móvil para recargar oxígeno en los barrios. Duele ver las colas en el Parque Industrial por una recarga de oxígeno.
¿Que las autoridades se enfermen es un golpe psicológico para los gobernados?
Antes de que me enferme ya imaginaba que la situación sería crítica. Solicité al anterior Premier Zevallos un consejo de ministros en Arequipa por la demora en hospitales, también por la reactivación económica. El presidente vino hace dos semanas, yo estaba desconectado.
¿Qué lección saca de este suceso?
El valor de la vida. Todos los peruanos vivimos una situación complicada, quién no perdió amigos en la pandemia.
¿Pero es una enfermedad que se puede derrotar?
Hay que ser optimistas en medio de la desgracia.
¿Le genera entusiasmo los cambios del comando COVID y el sistema sanitario de Arequipa a manos del Minsa?
Los cambios generan entusiasmo,pero muchos cambios tampoco son buenos, al gerente de salud se le cambió como tres veces. Bajo el liderazgo del Minsa debemos planificar la estrategia sanitaria y comunitaria. Los alcaldes fuimos excluidos de la estrategia comunitaria hasta mayo.