En su última comparecencia ante los medios de prensa de Arequipa, el gobernador regional Elmer Cáceres Llica, reabrió un capítulo de la Guerra con Chile, para culpar a las élites de entonces por entregar la ciudad sin ofrecer resistencia. Sus palabras, las mencionó mientras se defendía de los actuales cuestionamientos a su gestión por la pandemia de coronavirus.
“Me imagino en la Guerra con Chile cómo se habrá comportado Arequipa, ¡No Arequipa!, sino sus directivos, cómo traicionaron en la Guerra con Chile, los hacendados que se creen los pitucos de Arequipa, se entregaban a las huestes chilenas, pero el pueblo no, el pueblo está consecuente con sus actos”, manifestó.
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El historiador Mario Rommel Arce, opina que el gobernador hizo un uso político de la historia, para adaptarlo a su discurso de polarización. Rommel Arce aclara que “la historia no debe ser interpretada de manera antojadiza”. La historia tiene una variedad de factores y grises, no hay blanco o negro.
En el contexto, antes de la llegada del ejército invasor a Arequipa, el general Manuel Iglesias, ya había firmado la rendición el 20 de octubre de 1883, con el Tratado de Ancón. Sin embargo, hasta entonces el consenso era resistir. Pero surgió un hecho que pudo inclinar la balanza para no pelear: la retirada de Arequipa del presidente de entonces, Lizardo Montero, el 26 de octubre de 1883. Mario Rommel Arce señala que la ciudad quedó sin liderazgo. Además, con Montero se fue el ejército regular.
Con el retiro de Montero, se produjo un desgobierno en la ciudad (el alcalde Diego Butrón, partidario de la paz, había sido asesinado). Entonces, asumió la alcaldía Armando de la Fuente con miembros del cuerpo consular, con el propósito de reestablecer el orden. El 29 de octubre de 1883, se firmó un acta en Paucarpata, donde se permitía el ingreso del ejército chileno.
¿Las élites influyeron en la decisión? Rommel Arce señala que la autoridad militar y política la tenía Lizardo Montero. Ahora los motivos de su retirada son materia de estudio. Se dice que su intención era replegarse en Puno para contraatacar con un ejército peruano-boliviano.