Estuve en Oaxaca, que no es cualquier ciudad, es una donde hace poco el aborto se hizo ley. Y en su Feria del Libro, que no es cualquier feria, esta edición fue curada por autoras feministas. No extraña que el feminismo lo haya impregnado todo en México, un país donde el patriarcado feminicida ha desatado la rabia. En las luchas indígenas, en el estallido urbano, en el MeToo en la cultura, las compañeras mexicanas son hoy fuente de aprendizaje político para todo el continente. Fue una alegría conocer de cerca a algunas de las mujeres que reflexionan, escriben, pero también dan muestra de un poder de organización envidiable, activando reivindicaciones callejeras masivas, como las que siguieron a las denuncias de abusos sexuales de policías. Me interesa el proceso mexicano porque acompaña acción de pensamiento. Una expresión de ello es el maravilloso número dedicado a los feminismos de la Revista de la UNAM, dirigida hoy por primera vez en toda su historia por una mujer, la escritora Guadalupe Nettel: Poderoso cruce de voces y testimonio inédito de los activismos globales, de las marroquíes a las chinas y a las mixes; de los alcances de la marea verde a la pregunta por los aliados. En Perú también las mujeres salieron a denunciar la violación grupal de una chica por tres suboficiales, que en lugar de cuidar violan, mientras muchas nos preguntábamos si ya era hora de quemarlo todo. Como escribe la boliviana Liliana Colanzi, “la rabia de las mujeres puede ser una extraordinaria fuerza revolucionaria”. Mientras nos preparamos leamos, leámonos