Rufino Motta
Vicente Antonio Zeballos Salinas, de 56 años de edad, cumplió su primera semana como presidente del Consejo de Ministros. Asumió el cargo en medio de la crisis política el pasado lunes 30 de septiembre, horas después de que el presidente Martín Vizcarra disolviera el Congreso.
Antes de ser premier, estaba al frente del Ministerio de Justicia. Desde allí enfrentó a los aprofujimoristas que controlaban el Parlamento. Esos dotes quizá convencieron a Vizcarra de designarlo, aunque no se puede negar la cercanía de ambos.
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Zevallos y Vizcarra se conocieron cuando eran adolescentes. Asistieron a la misma institución educativa, el emblemático Simón Bolívar, pero en distintas aulas. Vizcarra le llevaba un grado. Se conocían y en ocasiones hasta se frecuentaban. Nadie presagiaba que serían los hombres más poderosos del Gobierno del Perú.
César Martín Cuéllar, amigo de promoción del colegio y familiar, asegura que en el aula Zeballos siempre fue metódico y ordenado. La vida no ha sido tan fácil para el hoy premier. A sus 9 años mordió la amargura de perder a su padre Vicente Zeballos Gómez.
Una tarde de marzo de los años 70, tres agentes de la ex Policía de Investigación del Perú (PIP) acabaron con la vida de su progenitor, dedicado a los negocios de distribución de bebidas. Le dispararon porque se negó a darles cerveza. Intentaron obligar a dos choferes (Portocarrero y Arámbulo) a que se autoinculpen. Eran tiempos del régimen militar del gobierno de Juan Velasco Alvarado.
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La familia, compuesta de cinco hijos, tuvo que sortear la adversidad. Vicente Zeballos, el mayor de los hermanos (Meli, Willy, Norma y Gabriela), y su madre Victoria Salinas Vega tuvieron que seguir. Ayudó en el negocio familiar, para que no les faltara nada.
Wili Zeballos, el menor de los varones, recuerda que fueron momentos difíciles. Con semblante nostálgico, nos dice que hubiera sido bueno que sus padres aún estuvieran con vida para vivir las emociones por los logros que está alcanzando su hermano.
Toño, como lo llaman sus amigos, se graduó como abogado en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Después realizó un posgrado y una especialización en Derecho Constitucional en España. A su retorno, se abocó a la docencia en la Universidad Privada de Tacna.
Pese a que no practica el balompié, fue directivo del club moqueguano de fútbol Huracán (1989-1990). Pasó muchas batallas y experiencias con el equipo conocido como el Globito, en la Copa Perú.
También se dio el tiempo para desempeñarse como presidente del Frente de Defensa de Moquegua. La expresidenta regional, Cristala Constantinides, refiere que encabezó varias gestas. Por ejemplo, apoyó la Marcha de los Cuatro Suyos en el 2000. Lideró una movilización en Moquegua contra la tercera reelección del entonces presidente Alberto Fujimori.
En su carrera política, creó el Movimiento Regional Compromiso y Desarrollo (CODE) en 2003. Postulando por sus filas, fue elegido alcalde de la Municipalidad Provincial de Mariscal Nieto en Moquegua. El cargo lo desempeñó hasta 2006.
Constantinides destacó que en su mandato dejó las bases de varios proyectos, como el estadio 25 de Noviembre, el coliseo, entre otros. Los proyectos fueron financiados con dinero del canon minero.
Sin embargo, su paso como autoridad no estuvo exento de cuestionamientos. Fue denunciado por peculado. Recibió 395 soles de viáticos para ir a Lima a un taller. Después se conoció que no hizo el viaje, pero realizó la rendición con dos boletas del chifa Tao Wu, donde supuestamente gastó 90 soles. Al día siguiente, reportó viáticos por 110 soles. El caso fue archivado por falta de pruebas. Por este hecho, se ganó el apelativo de “Comechifa”.
Tras su experiencia municipal, dio el salto al Congreso. En 2011 fue elegido —por primera vez— congresista de la República por su región. Después, en 2016, fue reelecto por el partido de Peruanos por el Kambio (PPK).
Un año después, renunció al partido del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, al discrepar por el indulto humanitario a Alberto Fujimori. Como premier, Zeballos deberá enfrentar las repercusiones políticas, económicas y sociales tras el cierre del Congreso.