Por: Melissa Goytizolo y Fabiola Torres*
Una mañana de mayo de 2016, Thomas* llegó con su padre al local central del Movimiento Misionero Mundial en Lima para que le sacaran “el demonio” que habitaba su cuerpo. De rodillas frente al altar y rodeado de un grupo de creyentes, el adolescente trans escuchó por casi una hora insultos y gritos ininteligibles que lo hicieron llorar de rabia y miedo. El “espíritu maligno” que un pastor prometió arrancarle en una llamada terapia de conversión era su identidad de género. Thomas nació mujer, pero desde los tres años se sintió un hombre. Por eso, cuando cumplió 17 transformó su apariencia: se cortó el cabello, lo pintó de rubio y empezó a vestirse con ropa masculina oscura y holgada. “Mi familia y su iglesia me veían como un monstruo”, recuerda.
Esa fue la tercera y última sesión que Thomas resistió en la iglesia cristiana pentecostés cuyo líder, Rodolfo Gonzáles, ha llamado a matar a los homosexuales. “Me trataron como una persona enferma”, cuenta el chico que hace público su testimonio por primera vez para prevenir a otras personas de este tipo de abusos. La terapia de conversión a la que fue sometido hizo que odie su vida: no soportaba más huir de su padre para evitar que le inyectara ampollas de hormonas femeninas, hacer ayunos para liberarse de supuestos pecados y estar sometido a rituales humillantes.
Thomas nunca se sintió tan humillado como aquella mañana de mayo del 2016 frente al altar de la iglesia evangélica Movimiento Misionero Mundial.
Tres meses después de su última visita al Movimiento Misionero Mundial, Thomas intentó suicidarse con una mezcla de licor y pastillas del analgésico tramadol en su habitación, pero una amiga lo auxilió a tiempo.
La terapia de conversión realizada a Thomas casi termina por matarlo. Le hicieron creer a él y a sus padres que era un monstruo.
Este chico trans lo desconocía entonces, pero ahora se reconoce como una víctima de los métodos de violencia psicológica y hasta física que promueven iglesias evangélicas con filiales en el Perú y diversas partes del mundo para convencer a las personas de que la orientación sexual y la identidad de género son enfermedades y pueden curarse. “Te dejan traumas, te alejan de tu familia y te cortan los sueños. Si no hubiera pasado por esta experiencia, el insomnio y la depresión no serían un problema constante en mi vida”, dice el joven de ahora 21 años.
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Las terapias de conversión han escalado hasta convertirse en una gran estafa y un peligro para la salud pública pese a que desde hace varios años está probado que la orientación sexual y la identidad de género no son enfermedades y no pueden curarse. La Asociación Americana de Psiquiatría retiró la homosexualidad de la lista de trastornos mentales en 1973; pero la consideró un desorden de la orientación sexual. Sin embargo, en 1987, la retiró definitivamente de ese manual. Tres años después, la Organización Mundial de la Salud la eliminó del registro de enfermedades y el Comité Contra la Tortura de las Naciones Unidas concluyó en el 2015 que los tratamientos orientados a curar la homosexualidad califican como tortura.
Aunque no existen cifras oficiales, varios países registran cientos de denuncias de personas de la población LGBTIQ torturadas e inducidas al suicidio en terapias de conversión en iglesias y organizaciones que promueven estas pseudoterapias. Por eso, ya han sido expresamente prohibidas y tienen sanciones en Brasil, Australia, China, Ecuador, Sudáfrica, España y Taiwán.
En nuestro país, el Ministerio de Salud todavía no las identifica como un problema de salud pública, pero hay varios elementos para enfrentarlas como tal. Solo entre el 2017 y Febrero del 2019, los psicólogos de la ONG It Gets Better Perú, que brindan apoyo psicológico a homosexuales, bisexuales y personas trans, atendieron a 65 personas que buscaron ayuda para superar la depresión, pensamientos e intentos de suicidio luego de haber pasado por una terapia de conversión. “La mayoría de víctimas llegó después de un tratamiento que llamamos aversivo cognitivo; es decir, de haber sido expuesta a estímulos negativos para rechazar su deseo sexual con personas del mismo sexo”, explica Mauricio Murcia, quien fue psicólogo y coordinador hasta hace unos meses de esta organización.
Tres vigilantes cuidan un edificio de cuatro pisos, llamativas puertas azules y lunas polarizadas celestes donde funciona la Iglesia Cristiana Mundial Aposento Alto, en Independencia, al norte de Lima. Su líder es el pastor Alberto Santana Leiva, quien fundó hace dos años el Hogar de Restauración Espiritual y Física de Prostitutas, Lesbianas, Gay, Transexuales y Bisexuales en un local de este mismo distrito.
El 27 de diciembre pasado, una de las periodistas a cargo de este reportaje se infiltró en esta iglesia con un nombre y una historia ficticia para comprobar que en este lugar se ofrecen terapias de conversión que son formas de tortura. La pastora Marisol Vela la recibió en una pequeña oficina en el cuarto piso y dijo que había llegado al sitio correcto luego de que ella le explicó la razón de su visita: “soy lesbiana y quiero dejar de serlo”.
- Periodista: ¿Por qué yo soy así?
- Pastora: Por nuestros antepasados. ¿Qué habrán hecho? ¿Habrán matado a alguien?
- Periodista: ¿Se refiere a algún bisabuelo que ha sido malo y por eso yo soy lesbiana?
- Pastora: Eso, eso es. Es como una cadena que ahora te afecta a ti.
La pastora Vela insinuó varias teorías sin sustento para intentar explicar las razones para que una chica sea lesbiana. “Tus padres pueden haber tenido un problema”, dijo. “Si no es por culpa de tus antepasados, puede ser que Dios quiere manifestar su poder a través de ti”, siguió. Luego, mientras acomodó su mano en el pecho de su candidata a “conversa” empezó a dar una plegaria entre lágrimas.
La pastora Marisol Vela, de la iglesia Aposento Alto, realizó un enfermizo ritual a la periodista infiltrada para que “deje de ser lesbiana”.
“El poder y la sangre de Cristo. Sana ahora este corazón (...) el poder y la sangre de Jesús. El poder y la sangre de Jesús. Salva su corazón. Sálvala, sálvala, sálvala”. Al terminar su trance, volvió a su asiento y se secó las lágrimas con un trozo de papel higiénico.
Luego del ritual la pastora de Aposento Alto aseguró “a la paciente” que sentía que ya había iniciado el camino a su transformación.
La pastora Vela le recomendó visitar la clínica La Reina si quería resultados más rápidos en su proceso de conversión. Le aconsejó seguir viniendo a la iglesia - tanto a los ayunos, como a congregaciones en casas y cultos - e ir una vez a la semana con los psicólogos cristianos de este centro ubicado en la avenida Guzmán Blanco, en el Cercado de Lima. De todas sus instrucciones, la periodista infiltrada decidió cumplir solo con las visitas a clínica La Reina para documentar esta investigación.
A primera vista, el local de este centro médico parece solo una casa naturista que vende productos homeopáticos y comestibles como panetones con sacha inchi, refrescos de aloe embotellados, batidos de frutas con yogurt natural y miel. Pero La Reina tiene dos inmuebles anexos donde ofrece servicios de ginecología, psicología y otras especialidades médicas. La psicóloga Kelly Gamboa Izaguirre atendió a la paciente en su primera sesión y le aseguró que era posible cambiar su orientación sexual. “Cada quien decide, yo estoy para apoyar cualquier decisión”, explicó.
Gamboa es una mujer de 28 años, de gestos amigables y voz pausada, pero tiene un discurso basado en información falsa. Por ejemplo, compara la homosexualidad con la hiperactividad de un niño como parte de sus argumentos de que es posible cambiar la orientación sexual:
- Periodista: Me da un poco de miedo ser homosexual. Ni siquiera sé si lo soy. ¿Lo soy o no?
- Psicóloga: ¿Quién te dijo que lo eras?
- Periodista: Bueno, yo pienso que lo soy porque me siento atraída hacia las chicas.
- Psicóloga: Entonces no te etiquetes. No digas que eres homosexual. Es como si yo le dijera a mis pacientes que un niño hiperactivo no va a cambiar (...) Yo les digo a sus padres: él tiene conductas hiperactivas, pero se pueden modificar.
- Periodista: Entonces yo tendría que decir que tengo conductas homosexuales, pero no soy así.
- Psicóloga: Exacto ¿no?
- Periodista: Y son conductas modificables…
- Psicóloga: Exacto
- Periodista: ¿Puedo llegar a ser heterosexual?
- Psicóloga: ¡Claro que sí!
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ESTAFA. Kelly Gamboa, y su madre, Nelly Izaguirre, ambas psicólogas de la clínica La Reina, emplean métodos prejuiciosos y pseudocientíficos para convencer a sus pacientes que el camino de la heterosexualidad es el indicado. / Foto del Facebook
La psicóloga Gamboa especuló que experiencias traumáticas tuvieron que haberle pasado a una chica para que le gusten otras mujeres. Según ella, pudo pasar porque “una de sus parejas hombres le fue infiel” o porque “durante su adolescencia deseaba ser delgada y popular, pero al no tener esos rasgos, buscó tener una relación amorosa con una muchacha de esas características”.
La psicóloga Kelly Gamboa utiliza prejuiciosas teorías para encontrar las supuestas causas del lesbianismo de sus pacientes.
En la segunda visita, la psicóloga Kelly Gamboa no llegó a la consulta, pero la reemplazó su madre, la pastora Nelly Izaguirre Mendoza, quien estuvo acompañada de otra psicóloga, Ángela Kunkel Trujillo. Ambas recetaron a su paciente flores de Bach y le ordenaron un examen hormonal femenino como complemento de la terapia para dejar de ser lesbiana. La pastora Izaguirre cerró la sesión con un discurso que expuso su homofobia: “Si tú murieras hoy así, te espera el infierno”, advirtió.
En la clínica La Reina se ofrecen exámenes hormonales femeninos como parte de la terapia de conversión.
En la clínica La Reina recetan flores de bach como complemento de la terapia de conversión.
El Colegio de Psicólogos del Perú y el Colegio de Psicólogos de Lima no se han pronunciado sobre la conducta ética de sus miembros. Nos comunicamos con ambos colegiados para recoger sus reacciones sobre esta investigación desde febrero, pero hasta la fecha no recibimos respuesta.
Daniel* es un joven abogado arequipeño que sale siempre en sus fotografías con actitud risueña. Desde que se graduó y obtuvo su colegiatura, se dedica a litigar en las cortes de justicia de Lima y estudia sus casos con obsesión en su pequeño departamento. “Soy un trabajólico”, dijo al comienzo de una entrevista que aceptó luego de meditarla mucho. Daniel es homosexual y aceptar su orientación sexual le costó una crisis familiar y experiencias amargas, como una terapia de conversión.
Cuando tenía 17 años, sus padres supieron que no le gustaban las chicas y decidieron llevarlo al psicólogo. Pocos días antes de las celebraciones del Año Nuevo 2010, el adolescente visitó la casa de un psicólogo de unos 50 años, calvo y obeso, en el distrito de Selva Alegre, en Arequipa, por una recomendación que recibió su madre. El abogado de ahora 26 años recuerda que el hombre que lo recibió en el consultorio se parecía a un profesor de biología de su colegio que le inspiró respeto, pero también temor. “Al comienzo, me dio la impresión de que era una persona sabia”, dijo. Su papá lo acompañó a la primera sesión, pero los dejó solos para que empezara su conversión.
El psicólogo le explicó que le enseñaría la forma de interesarse sexualmente en las mujeres y que su terapia incluía ver juntos pornografía en el consultorio. “Traeré luego a una chica para que midamos tu avance”, le dijo. Daniel pensó que su tratamiento más se parecía a una tortura, pero creyó que debía hacer un sacrificio por sus padres. Por eso, acudió a por lo menos a seis sesiones de su terapia de conversión en la casa de Selva Alegre.
Cuando llegó a su tercera sesión, el psicólogo le pidió que viera pornografía gay y se masturbara, pero la regla era que solo eyaculara con pornografía heterosexual. Daniel se sintió frustrado porque no pudo cumplir sus indicaciones y le preguntó a su terapeuta una justificación profesional de los ‘ejercicios’ a los que era sometido. “Solo me dijo lo hacía para educar mi cuerpo”, relató.
Una mañana de fines de febrero del 2011, el psicólogo llevó a su consultorio a una mujer de unos 30 años para que su paciente tuviera sexo. Estaba ya en su sexta sesión. “Empezarás tocándole los senos, luego vas a ir bajando y te vas a masturbar para evaluar tu avance”, le ordenó. Pero Daniel se negó, salió de la habitación que había sido preparada para la terapia e intentó huir. “Si no haces esto, no vas a cambiar”, gritó el psicólogo. Pero el chico no pudo más y regresó a su casa.
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SIN CASTIGO. Las terapias de conversión en el Perú no están prohibidas, a diferencia de otros países de la región. / Foto: Paul Vallejos
Daniel recuerda ese verano como un tiempo perdido y oscuro. Hasta antes de que pasara por esa terapia de conversión, se sentía bien, con muchas metas personales y profesionales. Por eso, solía matricularse en cursos vacacionales para aprender algo nuevo, pero esa temporada no pudo hacer nada. “Estaba muy triste. Me la pasaba en mi cama viendo televisión. Era todo lo que hacía y mis padres me veían como a un enfermo”, relató.
Han pasado ocho años desde entonces y su vida cambió por completo. Daniel se mudó a Lima, vive solo en un departamento alquilado, se siente una persona muy segura de su orientación sexual, tiene amigos que lo valoran, por ahora no tiene enamorado y su familia lo acepta y respeta. Sin embargo, nada fue fácil y tuvo que buscar la ayuda de un psicólogo sin sesgos religiosos para recuperar su tranquilidad emocional. “Fue un trauma, pero he vuelto a ser un chico con muchas metas”, dice.
Daniel, víctima de las terapias de conversión, envía un mensaje a los padres que tienen hijos LGTB.
El psicólogo y pastor cristiano Luis Guizada es el fundador y director de la Escuela de Especialización en Consejería Familiar (Esconfa) que funciona en un pequeño local de Jesús María, a cuarenta minutos del Centro de Lima. Lo primera que llama la atención del servicio son las paredes cubiertas con decenas de fotos y certificados de los cursos que ha dado su propietario con el supuesto respaldo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en los últimos años. La publicidad de Esconfa no lo especifica, pero Guizada Díaz ofrece también terapia contra la homosexualidad como si se tratara de un trastorno mental.
La mañana del 26 de febrero, el psicólogo llegó a su consultorio treinta minutos después de la hora fijada para atender a una de las periodistas autoras de este reportaje que tramitó una cita con un nombre ficticio - como si se tratara de cualquier paciente en busca de apoyo psicológico - para comprobar el trato que reciben las personas LGBTIQ en este servicio. Cuando la reportera infiltrada le contó que era lesbiana y que se sentía confundida, Guizada le respondió lo siguiente: “Tú no vas a morir así. Yo veo que tú vas a disfrutar de tus hijos en el futuro. Eres hermosísima y tienes un bonito cuerpo”.
Sus siguientes acciones estuvieron muy lejos de la conducta de un profesional. “Tus ojos, perdóname, si yo fuera más joven estaría detrás de ti (...) Eres hermosísima. Eres blanca. Tus hijos van a salir bellísimos”. Según Guizada, una de las posibles causas de que su paciente fuera lesbiana estaba en que no tuvo un padre a quien admirar.
El psicólogo Luis Guizada utiliza una técnica similar a la constelación familiar, método pseudocientífico, para, según él, dejar atrás la homosexualidad.
Cuando escuchó que la joven estaba interesada en otra mujer y que también era correspondida, Guizada lanzó su teoría sobre las lesbianas: “están las que son activas, es decir, las que hacen las veces de hombre. Ellas son egocéntricas y psicópatas y captan a lesbianas pasivas para destruirles la vida”.
Luis Guizada utiliza un discurso de odio para generar miedo a sus pacientes lesbianas.
El psicólogo Luis Guizada ya había sido identificado hace unos años como una persona que iba en contra el código de conducta ética y profesional de su propio gremio. En el 2010, promovió y dictó el diplomado “Consejero para tratar adicciones y derecho familiar” en el que se enseñaba que la homosexualidad debía tratarse como una adicción. Sin embargo, el Colegio de Psicólogos del Perú no lo sancionó.
Mientras que en Perú todavía no hay propuestas de ley que sancionen las terapias de conversión como formas de tortura, tres senadoras batallan en el Congreso de México para incluir un artículo en el Código Penal Federal y otro en la Ley General de Salud que castiguen a quienes las promuevan. El proyecto contempla la suspensión del ejercicio profesional de médicos, psicólogos y técnicos de la salud que sometan a una persona a cualquier tratamiento orientado a corregir su orientación sexual e identidad de género. “Todo esfuerzo por cambiarla es discriminación, una forma de violentar e impedir el derecho de una persona de ejercer su sexualidad” dice la senadora Citlalli Hernández, una de las autoras de la iniciativa.
Esta propuesta ha sido respaldada por las organizaciones LGBTIQ con un esfuerzo sin precedentes, como la creación del primer registro de víctimas de terapias de conversión. Por eso, desde febrero pasado, voceros de varios colectivos mexicanos convocan a las personas a registrar su historia de forma anónima en caso de haber sufrido este tipo de tortura.
“Cuando tenía 15 años pasé por una terapia de conversión en una iglesia evangélica y fui uno de aquellos que le decía a otros jóvenes que se podía cambiar la homosexualidad. Desafortunadamente, hice mucho daño”, cuenta Iván Tagle, actual director de Yaaj México, una asociación civil dedicada a proteger los derechos de las personas LGBTIQ.
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LUCHA. A comienzos de este año, Iván Tagle se presentó en el senado mexicano para exponer los efectos de las terapias de conversión sexual en su país / Foto: Iván Tagle
El 28 de enero pasado, Tagle se presentó en una mesa de trabajo en el senado mexicano para exponer el estado del problema en su país: “Ahora hay varios movimientos de exhomosexuales y extransexuales, promovidos por iglesias evangélicas, que tienen la misión de hacer sentir culpables a las personas y de someterlas con métodos manipuladores”. El joven activista de derechos humanos explica que la norma promovida en México ayudará a que más personas cobren el valor de denunciar la tortura y que estos vejámenes no queden impunes. “Este es un crimen que nunca más debe silenciarse por el miedo”, dice Tagle, quien ahora camina con su pareja por las calles de la ciudad de México sin avergonzarse.
Desde Veracruz, uno de los estados mexicanos que acumulan más muertes por crímenes de odio, la presidenta de la asociación Soy Humano, Jazz Bustamante, denuncia que grupos evangélicos usan la nomenclatura de Alcohólicos Anónimos -AA- para ofrecer terapias contra la homosexualidad. La joven trans ha presentado quejas ante la Comisión de los Derechos Humanos de su estado para que atienda este problema, pero todavía no recibe respuestas. “Yo también fui una víctima de la manipulación y no quiero que más personas sean torturadas”, denuncia.
Hace casi seis años, el fundador de Exodus Internacional, Alan Chamber, pidió perdón y cerró su organización por los abusos que cometió al haber extendido en varias partes del mundo las terapias de conversión.“Lamento que hayamos promovido esfuerzos de cambio de orientación sexual y que hayan pasado años en la vergüenza y la culpa porque sus atracciones no cambiaron", dijo en su último mensaje en el 2013. La sede de Estados Unidos cerró, pero no sus demás filiales, como la de México, vinculada al Centro Evangélico Emmanuel, ubicado en la delegación Cuauhtémoc.
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IGUALDAD. La organización Yaaj México defiende los derechos de las personas LGTB. / Foto: Yaaj México
Varios de sus pastores y ministros disgregados continúan con estas actividades. Hasta el 2018, Exodus México realizó la Jornada de Restauración Integral-Sexual, que fue promovida por sus organizadores como “un acompañamiento pastoral” pese a las denuncias de organizaciones de derechos humanos.
Desde que huyó de una clínica de conversión en junio de 2013, la joven lesbiana Zulema Constante se ha convertido una de los voceras más tenaces de Ecuador para denunciar la tortura en estos centros que se multiplican en su país. Si bien el Ministerio de Salud informa que ha cerrado decenas de locales en los últimos años, sus responsables siguen impunes. En el caso de Constante, sus plagiarios solo estuvieron detenidos durante 10 días por llevarla forzada por orden de sus padres a la Comunidad Terapéutica Femenina Esperanza, en la ciudad de Tena, provincia de Napo, donde permaneció durante más de quince días.
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La Fundación Causana ha documentado cincuenta casos de personas de la población LGBTIQ como Zulema que fueron internados en contra de su voluntad en clínicas de conversión en Ecuador desde hace una década. Sin embargo, no hay suficiente información sobre la situación judicial de los casos en los que las víctimas denunciaron a sus verdugos. Por eso, el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas ha solicitado al Estado ecuatoriano información precisa de las denuncias por terapias de conversión forzadas.
Los colectivos de defensa de los derechos humanos ecuatorianos denuncian que la justicia no ha llegado a valorar estos casos con la dimensión que merecen, como delitos de odio por razón de orientación sexual, como contempla el Código Orgánico Integral Penal. Hay varias clínicas que siguen funcionando pese a figurar en informes oficiales y de estar bajo la lupa del Comité Contra la Tortura.
En el Perú, el congresista Alberto de Belaunde es uno de los pocos políticos comprometidos con buscar soluciones para evitar que ganen más terreno las terapias de conversión. “El Ministerio Público tiene que intervenir porque se está atentando contra la vida de personas”, dice el parlamentario. De Belaúnde es uno de los legisladores más jóvenes del país y desde que ingresó a la política reconoció en público su homosexualidad. Toda la información de esta investigación ya está en su despacho para que se evalúen denuncias en distintas instancias.
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DE PIE. El congresista peruano Alberto de Belaunde ha sobresalido por su continua defensa a la población LGTB. / Foto: andina.pe
Los testimonios recogidos y los centros visitados fueron también reportados al director de Salud Mental del Ministerio de Salud, Yuri Cutipé, quien recomienda que sean denunciados como estafas ante la Superintendencia Nacional de Salud. Sin embargo, Thomas, el joven trans que fue sometido a un exorcismo en la iglesia Movimiento Misionero Mundial, cree que solamente podrá ir a la Fiscalía o a Susalud cuando las autoridades garanticen que tomarán en serio las denuncias. “Somos personas normales. Solo piensen en todo el daño que nos están haciendo”, dice.
Los nombres de las personas que dieron su testimonio para esta investigación están protegidos bajo un seudónimo. Transnacionalesdelafe.com ha documentado sus casos y verificado los hechos revelados.
La psicóloga con maestría en neuropsicología, Alexandra Hernández Muro, de la organización LGTBIQ Más Igualdad, explica qué hacer con una persona que ha pasado por una terapia de conversión:
“Una persona que ha pasado por terapias de conversión ha pasado por un proceso en donde se le enseña a odiarse y a adquirir conductas que van en contra de aspectos fundamentales de su identidad. Lo más importante es darle contención y explicarle que ahora ya está en un espacio seguro y que no se le va a juzgar. Como profesionales de la salud mental es importante visibilizar estas prácticas violentas porque vulneran y causan afectaciones psicológicas que pueden durar mucho tiempo e impedirle a la persona LGBTI desarrollarse plenamente. Lo segundo es que la persona reciba atención en salud mental que afirme su identidad de género o su orientación sexual, con enfoque de género y de derechos humanos, para evitar que vuelva a ser revictimizada y que se recupere de los eventos de conversión”, dice.
Las autoras de esta investigación enviamos cartas al Movimiento Misionero Mundial y a Aposento Alto en las que solicitamos descargos por una vía formal. Sin embargo, hasta la publicación del reportaje no hubo respuesta. De igual modo, la psicóloga de la clínica La Reina, Kelly Gamboa, y el director de Esconfa, Luis Guizada, fueron contactados por teléfono y por correo, pero no respondieron a nuestra solicitud de descargos. La Universidad Nacional Mayor de San Marcos aclaró que no auspicia los cursos homofóbicos de Luis Guizada e informó que la Oficina de Asesoría Legal evaluará medidas legales sobre el uso del nombre de este centro de estudios.
*Este reportaje es parte del proyecto Transnacionales de la Fe, una colaboración de 14 medios latinoamericanos, bajo el liderazgo investigativo del Columbia Journalism Investigation de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia (Estados Unidos). Los siguientes socios latinoamericanos son: Agencia Publica (Brasil); El País (Uruguay); CIPER (Chile); El Surtidor (Paraguay); La República (Perú); Armando.info (Venezuela); El Tiempo (Colombia); La Voz de Guanacaste y Semanario Universidad (Costa Rica); EL Faro (El Salvador); Nómada y Plaza Pública (Guatemala); Contracorriente (Honduras); El Centro de Investigación de Puerto Rico; Mexicanos contra la Corrupción (México); y el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, CLIP.