“Donayre fue condenado en agosto del año pasado, ¡hace cinco meses!, y hasta ahora el Congreso no ha cumplido con el sencillo trámite de levantarle la inmunidad para que vaya a prisión”.,Si algo sobra en estas semanas son las noticias de primera plana. La polémica por el preacuerdo entre la justicia peruana y Odebrecht, la inminencia de los interrogatorios a los ejecutivos de la empresa brasileña bajo el paraguas de este convenio, la vuelta de Alberto Fujimori al penal de Barbadillo, el paradero del exgobernador regional del Callao Félix Moreno, el nombramiento de Carlos Castillo Mattasoglio como Arzobispo de Lima y la incertidumbre por el futuro en Venezuela son hechos categóricos y recientes que ameritan un amplio desarrollo y acaparan la atención. Pero hay un grupo de noticias que vienen de atrás y que por su antigüedad no tienen la misma presencia, corriendo el riesgo de ser perdidas de vista. Sus protagonistas han apostado por guardar silencio, dejar que pase el tiempo y permitir que la llegada de nuevos y espectaculares acontecimientos esconda sus vergüenzas y, con algo de suerte, les permita librarse de una sanción. Como diríamos en argot popular, lo suyo es hacerse los locos. Es el caso del congresista Moisés Mamani, cuya denuncia por tocamientos indebidos a una trabajadora de la aerolínea LATAM ha cumplido dos meses. A favor de Mamani han jugado los tediosos procedimientos parlamentarios, la parsimonia del Poder Judicial y las movidas dilatorias de su bancada. Se supone que en las dos semanas siguientes se resolverá el pedido de levantamiento de inmunidad presentado por el Poder Judicial, pero es imposible descartar nuevos intentos por alargar un desenlace que tendría que ser una condena ejemplar. Habrá que estar atentos. Incluso más escandaloso es el caso de Edwin Donayre, sobre quien ya pesa una pena de cinco años y medio por robarle gasolina al ejército cuando era su comandante general. Donayre fue condenado en agosto del año pasado, ¡hace cinco meses!, y hasta ahora el Congreso no ha cumplido con el sencillo trámite de levantarle la inmunidad para que vaya a prisión. Esta semana amenazó con que si caía no solo rodaría su cabeza, «sino la de muchos». Un motivo más para entregarlo a la justicia. Si tanto Mamani como Donayre se han salvado hasta ahora —en una lista donde no puede faltar la investigación contra Luis López Vilela por las denuncias de tocamientos indebidos hechos por la también congresista Paloma Noceda— es por la dinámica que la mayoría opositora planteó desde su llegada al Congreso. La alianza entre Fuerza Popular y el Apra se ha encargado de demostrar una y otra vez que basta ser su amigo para salvarse de cualquier denuncia y ser su crítico para resultar perseguido con todo el peso de su mayoría. Este patrón quedó fijado con la insólita exculpación de Yesenia Ponce, quien mintió descaradamente sobre sus estudios, llegando a inventarse profesores y compañeros fantasma y a pagar a cambio de un certificado falso, y que a pesar de todo sigue en el Parlamento. Es hora de terminar de desmontar esta camorra de encubrimientos y arreglos bajo la mesa, sancionar a impresentables como Mamani y Donayre y devolverle al Congreso parte de su majestad perdida.