Confirmamos que PPK fue el mal menor: por lo menos de él nos pudimos deshacer donde de ella, de la Sra. K, hubiera sido mucho más difícil. La transición y Vizcarra fueron una tremenda sorpresa.,Llegamos al 2019 con más preguntas que respuestas. Confirmamos que PPK fue el mal menor: por lo menos de él nos pudimos deshacer donde de ella, de la Sra. K, hubiera sido mucho más difícil. La transición y Vizcarra fueron una tremenda sorpresa. Primero porque el cambio de presidente no significó una ruptura del orden democrático y, dado que no podemos achacarle eso a la robustez de nuestras instituciones democráticas, quizás se lo podríamos atribuir a que el mismo PPK fue tan poco importante y tan frívolo que si no nos avisaba que se iba ni cuenta nos íbamos a dar. Y segundo y más importante, el presidente Vizcarra sí es un político y ha sabido construir legitimidad y un masivo respaldo popular, literalmente, de la nada. Si es capaz de hacerlo durar aún está por verse, quiero pensar que sí podrá, pero el reto es enorme y los interesados en que fracase son un montón y aunque dicen estupideces y han perdido legitimidad popular, todavía les quedan algunas cuotas de poder. Este año también reconfirmamos que el fujimorismo i) en grandes números tiende al totalitarismo más sinvergüenza y ramplón y ii) que el fujimorismo no tenía neuronas suficientes ni como para no hacerse daño manipulando el cuchillo con el que pretendía asaltar el poder en el Perú. Su número es todo lo que les queda y no es poco, pero su único norte hoy es que su lideresa se vaya a su casa y no regrese nunca más a la cárcel, cueste lo que cueste. Por eso, las alianzas, las obstrucciones y los blindajes se moverán de acuerdo con eso y no mucho más. Si el Ejecutivo es capaz de utilizarlo a su favor también está por verse. El que algunos congresistas naranjas estén empujando con mucho apuro sus propias agendas responde a que saben que su mayoría no durará mucho más, que aún les queda medio año de llevar las de perder en el Congreso y que con lideresa o sin ella siempre patinan. El APRA depende más que nunca de su red de infiltrados por todo el Estado porque su socio en el Congreso -el fujimorismo- tiene sus propios problemas. Cómo estará de mal la cosa en Alfonso Ugarte, cuán desesperados estarán que están usando y exponiendo a sus peones e infiltrados como arietes. Tienen cada vez menos que ofrecerle a sus socios y se van quedando ellos mismos sin opciones pues saben si el pez gordo cae se convierte de inmediato en sirena y no dejará de cantar hasta que todos estén sepultados bajo las aguas. Reconfirmamos también que al empresariado peruano representado en la cabeza de los gremios más importantes del país le importa muy poco la lucha contra la corrupción y las instituciones mientras el status quo corrupto les siga siendo funcional a muchos de ellos. Cierto, no es que dé como para sorprenderse, pero da risa que esos empresarios que le exigen al Estado que sea flexible y ágil e innovador y pro mercado, sean los mismos viejos mercantilistas que se mueren de miedo de cambiar su relación tóxica con ese mismo Estado, de modificar su aproximación al mercado para ser -ellos mismos- más competitivos; y que cada vez que las condiciones externas cambian salen corriendo a pedirle al Estado que les aumente la tasa del drawback, que les permita recortar derechos a los trabajadores o que les cuide el tipo de cambio para poder mantener sus márgenes de ganancia. Queridos amigos liberales de verdad, entiéndalo de una vez, ningún cambio importante va a venir por ahí. ¿Qué sigue? Ojalá que el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, no remueva los actuales fiscales encargados de los casos Lava Jato y Cuellos Blancos. Eso diría bien de él dado que él mismo ha sido sindicado como parte de esa organización. Si es así, la información que llegue de Brasil hacia fines del mes de enero será lapidaria para muchos y liberadora para el Perú. ¿Es Villanueva el topo del fujimorismo en Palacio? ¿Es Salaverry el topo de Villanueva en el Congreso? No y no. Por el momento sus intereses y agendas están alineados y no hay hacia dónde correr que no esté ya incendiado. En este momento se necesitan, son funcionales el uno con el otro. Mañana no sabemos, ellos tampoco saben. Yo he sido un iluso: la alta política no es el juego de policías y ladrones del patio del colegio, la polarización extrema y excluyente juega en contra de todos. Eso sí, si el Ejecutivo no pone manos a la obra y, más importante, si eso no se empieza a notar, el respaldo construido a punta de montarse sobre justísima indignación popular se desinflará como un globo de fiesta infantil porque, como bien decían los romanos, ira furor brevis est. Feliz año.