“Los sectores empresariales, incluida la derecha económica, por ahora pueden dormir tranquilos”. ,Martín Vizcarra no parece tener intención ni necesidad de acercarse exclusiva o especialmente a la izquierda, como temen sus críticos más nerviosos. Primero porque su popularidad no está basada en planteamientos de ese sector. Segundo porque el izquierdismo incluye a muchos grupos destinados a confrontarlo. En verdad la izquierda está demasiado fragmentada como para imaginarla en bloque. En el Congreso está partida por la mitad. En cuanto a radicalidad es un arcoíris de posiciones, que van del centro a los extremos. Hay agrupaciones donde lo que prima es la territorialidad, o el seguimiento a un caudillo. Si hubiera que buscar comunes denominadores, hoy estos se encuentran más en la ideología que en la práctica. Tal vez lo común son reflejos como el antifujimorismo o el antiaprismo, una actitud crítica frente a la política económica nacional, o una inveterada dificultad para operar como un solo bloque político. Para Vizcarra una apertura a la izquierda sería complicada. Pues allí toda alianza suele venir con enemigos bajo el brazo, en la derecha y también izquierdistas. Casi no hay posición de izquierda que no circule con una larga agenda de reclamos, muchos de ellos difíciles de llevar a la práctica sin mecer intensamente el bote. ¿Habría ventajas? Quizás Vizcarra lograría un clima más favorable para enfrentar algunos de los conflictos sociales que vendrán por el camino. Pero allí parecen agotarse las ventajas, puesto que no hay un paquete de votos parlamentarios suficientes, ni coherente. Más sería el reclamo que el aporte. Sin embargo algunas de las medidas que están saliendo de Palacio efectivamente dan la impresión de cierto progresismo, que igual puede atribuirse a la izquierda, al liberalismo político, o incluso a un republicanismo. Pero son sobre todo medidas que no estaban en el arsenal de ideas de la derecha política. Los sectores empresariales, incluida la derecha económica, por ahora pueden dormir tranquilos. Vizcarra necesita avances tecnocráticos y mejoras en la eficiencia, mucho más que guiños a lo social. La propia izquierda no ganaría mucho con el acercamiento a un gobierno de perspectivas desconocidas a mediano plazo. Mejor le irá a la izquierda manteniendo una crítica desde el balcón, los más moderados, y promoviendo movilizaciones de protesta, los más radicales.