¿Dónde el respeto que recíprocamente se guardaban estas autoridades? Por largo tiempo, ¿qué se ha respetado entre nosotros?,[Fragmento del sermón fúnebre pronunciado por el sacerdote Bartolomé Herrera en las exequias del presidente Agustín Gamarra en 1842. Se trata de un llamado al orden en medio de las reyertas políticas de esos tiempos, que resuena en las de la actualidad] Está bien que averigüemos la razón de lo que se nos manda; que manifestemos lo que nos parece bueno o malo al Cuerpo Lejislativo o al Gobierno. Estas indicaciones son la luz que ilumina en su marcha penosa a los depositarios de la Soberanía. Conveniente es también que influyan todos en la elección de estos. Más una vez establecidos y reconocidos por los pueblos, lei es del Señor que les obedezcamos: lei natural, a cuya inobservancia sigue la disolución social, la sangre y todos los horrores que más de una vez hemos ya experimentado. (…) Se ha luchado contra la voluntad invencible, que promulgó esa ley al mismo tiempo que la de la sociabilidad humana; i lanzados en el desorden, nuestros ojos no pudieron ver ya de dónde habíamos partido, ni dónde pararíamos. No ha habido medio para fijar nuestra inestabilidad. Ninguno: ni los hombres ni las leyes. Convengamos en no hablar de los hombres; pues si, entre el flujo y reflujo de la revolución, ha aparecido alguno capaz de restablecer la calma, i de crear de nuevo los principios del orden y del bien, como a los otros le ha sumerjido una ola, i las esperanzas se han cambiado en suspiros. ¿Pero las leyes? ¿Las leyes invocadas por todos, qué ha sido de ellas? A la bajada del monte, señores, se han roto las tablas; porque las pasiones que ciegos adorábamos, no eran compatibles con ese don del Cielo; i lo que al pueblo de Moisés, escarmentado con la muerte de sus hermanos, sucedió una vez sola, entre nosotros se ha repetido todos los días; porque todos los días hemos doblado la rodilla al ídolo, sin que nos sacase de nuestra lamentable locura ver teñido con sangre el pavimento de la idolatría. (…) ¿Dónde el respeto que recíprocamente se guardaban estas autoridades? Por largo tiempo, ¿qué se ha respetado entre nosotros? Casi todos (…) han combatido a toda autoridad: i todas las autoridades han combatido entre sí. Porque el respeto ha caído en el ridículo.