La cuestión para los partidos que hoy están fuera del juego político central no es a quién reemplazan, sino hacia qué nuevo espacio se mueven.,Algunos ven la debacle de Fuerza Popular como un tema de sucesión política. Algo así como ¿quién va a heredar todas esas simpatías y votos perdidos? Es una curiosidad un poco mecánica, pues debacle también quiere decir destrucción de capital político. Es decir nada, o por lo menos muy poco, que heredar de esas canteras. Es cierto que las crisis de los partidos crean vacíos políticos que luego son llenados por otras agrupaciones. Pero las palabras para eso no son sucesión o herencia. Más cerca está la palabra migración: simpatías y votos se trasladan hacia otras propuestas políticas, que no prolongan sino que se alejan de la agrupación que creó el vacío. Los movimientos del electorado son complejos. Así, nos equivocamos si vemos la altísima aprobación de Martín Vizcarra como un cúmulo de decepciones de fujimoristas reconvertidas en simpatías por el Ejecutivo. Probablemente buena parte de esa aprobación es a la idea y al contenido del referendo de diciembre próximo. El mundo de las ideas en política no es un número cerrado al que se van adscribiendo las organizaciones. Sin duda hay grandes lineamientos que se repiten, pero su expresión concreta en la práctica es muy variada. Más que un partido, lo que desaparece o se encoge es realmente una manera de concebir y practicar la política. Por lo tanto la cuestión para los partidos que hoy están fuera del juego político central no es a quién reemplazan, sino hacia qué nuevo espacio se mueven. Por ejemplo la idea de que la segunda fila exitosa del 2016 simplemente puede pasar a la primera fila es un cálculo sumamente riesgoso. También lo es en cierto modo la idea de que ante la crisis de la política en general son los sectores radicales, en la izquierda o la derecha, los que automáticamente irán a llenar el vacío disponible. Más realista es pensar que podría imponerse un nuevo planteamiento, una novedad inesperada, una nueva seducción. Pero hasta el momento los partidos y figuras de la periferia parecen más bien deudos tomándose su tiempo en una declaratoria de herederos, convencidos de que algo hay para ellos en ese legado. Pero las crisis políticas y los velorios de partidos suelen producir más bien testamentos de páginas en blanco.