Hay muchos motivos para sentirnos desalentados con la constatación del alto grado de criminalidad de políticos y magistrados. Ver cómo servidores públicos que tienen la responsabilidad de ordenar la vida social de los ciudadanos en términos de normas y justicia, de leyes y políticas públicas, usan el poder para encubrir sus delitos, pervierten la esencia y sentido de las instituciones y afectan el equilibrio de poderes forzando que un poder corrupto se sirva del otro y viceversa es tan deprimente como constatar la degradación moral y cívica de quienes la habitan e instrumentalizan. El inicio de esta crisis política fue la incapacidad de una candidata para aceptar su derrota llevando a extremos impensados su revancha política; poniendo al gobierno en jaque, expectorando al presidente, no sin ayuda por su pusilanimidad y complicidad. Pero la crisis para el país se agravó cuando las variables judiciales empezaron a entrar en juego. Ciertamente Alan García y Keiko Fujimori no son los únicos llamados a responder a la justicia por las graves acusaciones que sobre ellos se ciernen, pero es tan igual de cierto que quienes tienen mayor capacidad de daño a la vida política y ciudadana del Perú en su desesperación por salvarse de la cárcel. A la variable #Lavajato se agregó la variable #Lavajuez y el Perú de pronto se convirtió en un campo minado de contraataques de los corruptos demoliendo lo que hiciera falta en el Perú para salvar sus pellejos. Por eso es que Keiko y Alan han perdido total respaldo ciudadano. Porque su protección explícita a despreciables sujetos como Hinostroza y Chávarry ha asqueado a los peruanos; más aún, su intento fallido por construir una realidad alterna en la que otros son culpables y no ellos. Las redes sociales y sus rebotes en periodistas de la prensa masiva ya no les permite actuar arbitrariamente y salir airosos de tan groseras tergiversaciones de la realidad. No hay peruano que esté medianamente informado que no se haya dado cuenta de cómo los fujimoristas en contubernio con los apristas han permitido la fuga de Hinostroza, siguen permitiendo que un sindicado criminal como Chávarry continúe de cabeza de la Fiscalía de la Nación. Ya es de conocimiento popular que el fujimorismo ha obstruido la justicia intentando echarse abajo al valiente fiscal José Domingo Pérez en contubernio con la campaña de desprestigio terruqueadora del Apra. Por más intentos del fujiaprismo y sus acólitos por voltear la tortilla y presentarse como víctimas, sigue cayendo en un saco cada vez más roto. Con cada vuelta de tuerca que pretenden victimizándose o culpando a otros solo quedan más al descubierto. Varios frentes se abren en estos momentos de la resistencia encarnizada que el fujiaprismo lleva a cabo para salvar a Keiko y a Alan de la cárcel. Ahora que a Hinostroza solo le queda cantar quién es la Sra. K, la puntería está puesta en el Fiscal Domingo Pérez cuya vivienda fue forzada por ‘desconocidos’ estando su familia adentro, quien informó estar recibiendo amenazas de muerte y quien ha sido blanco de una campaña de demolición –felizmente fallida- desde el Congreso con Chávarry, apristas y fujimoristas en contubernio. El objetivo es tumbarse a Domingo Pérez para que todas las investigaciones contra Keiko y Alan queden en cero. Mientras tanto, el Apra activamente está boicoteando el referéndum, proponiendo al JNE que se cambie el orden de las preguntas. Con esto buscan confundir al pueblo que debe votar en noviembre o de plano que no se llegue a votar el referéndum. Sabemos por la pasada elección presidencial que el JNE está infiltrado por fujiapristas. Mientras el fujimorismo intenta controlar las votaciones en el TC para que el presidente Vizcarra no pueda pedir otra cuestión de confianza al Congreso y amenazar su cierre constitucional, y para que de ser detenida preventivamente, Keiko logre su excarcelación con un hábeas corpus. El final del camino para los #CuellosBlancos, los #CuellosNaranjas y los #CuellosEstrellados parece estar más cerca que nunca antes. Pero no olvidemos que este caso empezó con la investigación a narcotraficantes que llevó a constatar sus nexos con los decidores de justicia en el Perú y con los políticos con poder. A mayor posibilidad de que caigan, mayor el peligro que se cierne contra quienes los combaten. Por todo esto, peruano, peruana, estamos frente a una oportunidad irrepetible si sabemos apoyar a quienes en este momento se juegan hasta la vida por el Perú: el Fiscal Domingo Pérez corre peligro, apoyémoslo con todo. Hoy más que nunca es crucial que nos mantengamos informados, alertas y participantes; en las redes, en las calles y en cualquier foro público. Vamos con todo, Perú. Que estos corruptos no nos ganan la partida.