La variante de abrazo del oso elegida por Keiko Fujimori para dificultarle la vida a Vizcarra en cierto modo desafía al sentido común.,Está en marcha una ofensiva para recuperar la imagen de Keiko Fujimori y el terreno perdido en las encuestas, mellar la creciente aprobación de Martín Vizcarra, tomar control del referendo (fechas y temas), reforzar la disciplina interna en la bancada de Fuerza Popular, reducir al mínimo la lluvia radiactiva de los audios, los aparecidos y los por aparecer. La ofensiva se puede sintetizar como una demostración de fuerza para devolver la política a los tiempos de PPK, fabricarse un presidente apabullado por las matonescas fotos de grupo que cada tanto produce la enorme bancada. Se revela que no hay interés por una coexistencia pacífica, ni siquiera por un equilibrio dinámico, sino más bien una fantasía de poder absoluto. Son problemas de FP que comenzaron en las pasadas Fiestas Patrias, con el viraje que dio Vizcarra desde su mensaje ante el Congreso. A FP le ha tomado un mes casi exacto reaccionar, pero ahora están listos para llenar con su furia y sonido el segundo semestre. El objetivo central, obviamente, es despintar, léase debilitar, al propio Vizcarra. La variante de abrazo del oso elegida por Keiko Fujimori para dificultarle la vida a Vizcarra en cierto modo desafía al sentido común. Vende la idea que está mal reunirse con ella, la presenta como infidente, hace cera y pabilo de la idea del secreto de Estado. No es difícil imaginarla presentándose con una lista de pedidos, que además no fueron atendidos. La imagen de un Vizcarra que ocultó sus reuniones con la jefa de FP no parece muy buen material político. Sobre todo si quien lo denuncia está calificando como veniales las mentiras del fiscal Pedro Chávarry y otros. Mientras que Keiko Fujimori aparece como una versión algo más encumbrada del congresista Moisés Mamani, que se reunió para traicionar. En realidad lo importante es lo que va a suceder a partir de aquí. Pues Keiko Fujimori ha metido una cuña en estos dos meses de esfuerzos por un juego político constructivo. ¿Todavía la puede retirar? Por lo pronto no tiene una buena explicación. Ni para su disposición a reunirse, ni para su posterior exabrupto de infidencia. ¿Qué puede hacer a partir de aquí? Hay propuestas de una tercera reunión. Quizás no sea tan extravagante como suena.