El proyecto debe superar el riesgo de la complacencia.,La condecoración otorgada ayer al cocinero Gastón Acurio por el presidente Martín Vizcarra, a nombre del estado, es un merecido reconocimiento por su valioso aporte al desarrollo de la gastronomía peruana. “Todos sabemos a dónde ha llegado Gastón, el objetivo que ha alcanzado y, por eso, se hace merecedor de esta condecoración del estado peruano; de su camino recorrido podemos aprender muchas lecciones”, dijo ayer el presidente Vizcarra, quien agregó que “pocas personas como Gastón Acurio tienen bien merecida esta condecoración. Debemos destacar su labor porque hizo que la gastronomía peruana despegue”. Al respecto, hizo bien Gastón Acurio al responder que “este no es un premio a título personal, es de todos los cocineros que no son reconocidos con la justicia que merecen”, así como a todos los eslabonamientos de la cadena que se forma en el circuito de la gastronomía, desde los que producen los insumos hasta los que atienden en los restaurantes. El valor principal del aporte de Gastón Acurio a la gastronomía peruana y, en general, al país, es haber sembrado y cosechado el sentido de orgullo de la comida peruana como factor de cohesión social. Siempre se debe haber comido bien en el Perú, pero el aporte de Acurio radica en haber contribuido a darle un sentido de proyección a la gastronomía a partir de un reconocimiento al inicio nacional y que está en el proceso de internacionalizarse. El impulso inicial de Gastón tuvo un componente inclusivo que permitió aunar esfuerzos por parte de muchos cocineros y cocineras, algunos de los cuales han alcanzado un reconocimiento internacional, lo que ha permitido que se avance en el sueño de que “el ceviche sea tan popular como un plato francés”. Pero tan o quizá más valioso que eso sea el orgullo que se percibe en muchos cocineros y cocineras de restaurantes modestos a lo largo de todo el país que hoy se sienten parte de un proceso de desarrollo que tiene a la gastronomía peruana como eje. La tarea pendiente es enorme, desde lograr que la cocina sea realmente un motor para el desarrollo de muchos peruanos y de sus familias, hasta avanzar en la consolidación de la aún tímida expansión internacional. El riesgo principal para conseguirlo es la autocomplacencia ante lo avanzado, que es mucho, sin duda, pero todavía poco frente al desafío aún pendiente, una tarea en la que seguramente habrá otros líderes que continúen el proyecto en el que Gastón fue el valioso impulsor inicial.