"Nunca Maduro ha estado tan en la mira de sus enemigos militares. El ataque lo asustó, pero no le impidió seguir con su retórica de las conspiraciones".
La discusión sobre si el ataque con drones en Caracas es un genuino atentado o un montaje para ganar apoyo continúa. En cualquiera de los dos casos, el descrédito que el incidente le causa a Nicolás Maduro es real. Pues como farsante o como blanco de un ataque militar, igual proyecta una imagen de dictador desesperado.
Se acercan a la media docena los incidentes armados contra el gobierno venezolano en los pasados años, lo cual inclina el cálculo hacia que este último es uno de ellos. De ser así, nunca Maduro ha estado tan en la mira de sus enemigos militares. El ataque lo asustó, pero no le impidió seguir con su retórica de las conspiraciones venidas del exterior.
Lo sucedido es de gran impacto pues un éxito de Maduro ha venido siendo mantener una imagen de control casi total en medio de una situación desesperada. La versión es que esto se logra con la ayuda de la inteligencia cubana, organización que forjó su prestigio precisamente bloqueando numerosos atentados contra la vida de Fidel Castro.
Pero en el cortísimo plazo lo sucedido quizás beneficia a Maduro, al dar cierta verosimilitud a sus teorías conspirativas. Aunque la población ya está más allá de ese tipo de preocupaciones, y no percibe más conspiración que aquella, con Maduro y su clique a la cabeza, dedicada a mantener a Venezuela en la miseria.
Algunos analistas sospechan que el atentado es una farsa desesperada, y mencionan la celeridad con que una policía conocida por su ineficiencia ha podido capturar en horas a los sindicados como responsables. No sería la primera vez que un gobierno sin escrúpulos monta este tipo de tinglado, cuyo ejemplo más notorio todavía es la quema del Reichstag en 1933.
Acusar a Colombia y los EEUU de haber teledirigido los drones es el argumento ideal para endurecer todavía más la situación venezolana. Pues en realidad desde hace ya buen tiempo Maduro viene buscando un choque, como el de Bahía de Cochinos, que le permita escalar las bravatas y ajustarle más las clavijas al descontento interno.
Insistimos en que, genuino atentado o farsa montada, en el fondo da lo mismo: Maduro ha llevado las cosas hasta este punto, que sugiere desenlaces sangrientos.