Si bien es cierto que los descubrimientos del escándalo se han dado desde dentro del sistema, hay la sospecha de que sin la actuación del periodismo todo hubiera quedado en nada.,Otra vez un rosario de audios indignantes está impactando en el panorama político. Esto viene con una necesidad de reformar el sistema judicial, algo que es más fácil proponer que llevar a la práctica, pues existe una dimensión de conflicto. Duberlí Rodríguez está de acuerdo, pero a la vez ya ha puesto por delante la autonomía del Poder Judicial, un argumento débil a la luz de lo sucedido. Martín Vizcarra ha asumido la tarea reformista en medio del fragor de los primeros destapes y ofrece un proyecto de reforma elaborado en el Ejecutivo. El PJ se ha sumado con la oferta de un proyecto propio, y para darle peso al gesto ha iniciado expulsiones instantáneas. En cierto modo todo parece encaminado. Aunque hay que considerar el efecto político del escándalo. Para Vizcarra es la oportunidad de asumir un tipo de papel enérgico y protagónico que no ha tenido hasta hoy. Pero tendrá que hilar muy fino para que la propuesta de cambios, que incluye un intenso debate nacional, no lo distancie demasiado de Fuerza Popular, que desde los primeros audios (ya vienen más) se va perfilando como uno de los principales malos de la película. En efecto, para Keiko Fujimori y su entorno lo sucedido define una nueva etapa en la marcha descendente de su prestigio. El intento de desacreditar las grabaciones por ser filtraciones no le ha funcionado, el de arrastrar periodistas al Congreso ha fracasado, y los primeros desmentidos y explicaciones no son convincentes. Su mejor carta política será sumarse a la reforma. Para el sistema judicial, que venía aumentando su prestigio con el caso Odebrecht, el golpe es duro, también por la implícita pérdida de credibilidad. Si bien es cierto que los descubrimientos del escándalo se han dado desde dentro del sistema, hay la sospecha de que sin la actuación del periodismo todo hubiera quedado en nada. La necesidad de que el clima político de sanciones y de cambios al crimen organizado con toga sea defendido probablemente se traduzca en una nueva ola de activismo, más caídas en las encuestas, más pugilatos verbales en medios y redes, y ciertamente unas Fiestas Patrias movidísimas. Aunque todavía hay más espectadores que protagonistas.