"Como suele ocurrir, cuando los líderes avalan la humillación de las minorías, los canallas emergen de su mediocridad anónima para amedrentar a esas mismas minorías".,Hola Mirko, Madeleine Albright, la exsecretaria del departamento de Estado, publicó recientemente Fascism: A warning (Fascismo: Una advertencia). Cuando vi la utilización del término levanté una ceja escéptica. Términos extremos como “fascismo” o “totalitarismo” pueden banalizarse si se utilizan para describir fenómenos que no son extremos. Sin embargo, el ambiente en Washington estos días sugiere que, si el fenómeno fascista no ha cuajado, los motores de la administración Trump se alimentan de energía fascista. En política internacional, ya habíamos visto un nacionalismo que desprecia los instrumentos multilaterales de cooperación. Ahora se suma una guerra comercial con China de consecuencias impredecibles. Desde el viernes último, 818 productos chinos sufren un arancel de 25% para entrar al mercado norteamericano, esto es US$ 34 miles de millones al año. China, obviamente, medita cómo responderá a la agresión, mientras Trump amenaza con US$ 500 miles de millones de dólares adicionales en aranceles si se concreta la reacción. Hacia adentro, el nacionalismo trumpista lo sufren los latinos. Como ha escrito Eugene Robinson, el estúpido programa del presidente es “make America white again”. La medida de separar a niños y niñas de sus padres ha calificado para la historia universal de la infamia. La administración Trump utiliza palabras como “hordas” o “invasión” para referirse a los migrantes. El racismo sin camuflaje. Todo esto ocurre con la complicidad del partido republicano. Las bases movilizadas son las de Trump y el partido las necesita para las elecciones legislativas de noviembre. Así, los republicanos también se energizan con el diesel del fascismo y, en consecuencia, acaban de nominar como candidato a senador por el Estado de Virginia a Corey Stewart, un nacionalista que aparece a menudo con la bandera confederada y niega que la guerra civil norteamericana estuviera relacionada con la esclavitud. ¡En el partido de Lincoln! Como suele ocurrir, cuando los líderes avalan la humillación de las minorías, los canallas emergen de su mediocridad anónima para amedrentar a esas mismas minorías. Hay ejemplos todos los días en las redes sociales. Esta atmósfera retrógrada se completa con el destino de la Corte Suprema. El moderado juez supremo Anthony Kennedy anunció recientemente que deja la corte. Su reemplazo es una prerrogativa presidencial que debe refrendar el senado (dominado por republicanos). Ya que estas nominaciones son vitalicias, si Trump elige a un juez joven y ultraconservador la decisión tendrá un impacto de décadas. Y el riesgo inmediato es la revocación de Roe vs. Wade, la sentencia de 1973 que protege el derecho de las mujeres a abortar. Veremos cómo sigue el asalto oscurantista. Oscurantismo que estos días, lamentablemente, brota en todos los continentes. Alberto