Aunque cediste en varias oportunidades a la independencia de un hijo que empezaba a tomar sus propias decisiones, no dejas de estar al tanto,Spoiler: la siguiente columna no tiene referencias a ningún anime No me imagino tu alegría de ver nuevamente a Perú en el mundial. Asumo que debe ser la misma que yo tenía cuando pequeño me llevabas todos los fines de semana a jugar con la pelota. O cuando años después y por única vez, jugamos juntos en un partido que no llegué a terminar, ya que mi cuerpo no daba para más. Aquellos recuerdos pasan por mi mente, así como los viajes a tu querida tierra, Huariaca, donde pasé buena parte de mi infancia retratada en fotografías empolvadas que ojeo rara vez. A diferencia de otros padres, eres de los que no cometieron el error de imponer sus creencias, por lo que se entiende que no hayamos coincidido en muchas cosas y que prefiriera seguir mi camino a escucharte. Y aunque cediste en varias oportunidades a la independencia de un hijo que empezaba a tomar sus propias decisiones, no dejas de estar al tanto —ni de llamarme ni de tuitearme—, con el fin de que recuerde que estás ahí para mí. Ahora, tú a tus casi 53 y yo a mis casi 26, nos es —de hecho, me es— difícil encontrar un momento para reunirnos, por lo que siento que me he alejado de ti. Ni siquiera tras tu separación con mi madre hace más de diez años nos hemos distanciado tanto. Si de algo me puede servir esta columna, que sea para decirte que te espero este domingo para desayunar, desearte feliz día y ver uno que otro partido del mundial. De repente y no sea la mejor celebración, pero que sea la excusa perfecta para ponernos al día. Te quiero, pá.