Picasso dedicó el año a pintar variantes de un solo cuadro: el retrato cubista de Marie-Thérése Walter, la joven que ya estaba camino de reemplazar a Olga Khokhlova, la esposa. La infatuación del español con su nueva relación va a producir lo que ahora son varias salas llenas en la Tate. ,La galería Tate Modern de Londres está presentando una muestra de lo que pintó Pablo Picasso en 1932. Para el pintor fue un annus mirabilis, uno de sus buenos años en París. Tenía poco más de 50 años. El éxito lo había convertido en millonario, y la vida le había traído un nuevo enamoramiento. Exagerando muy poco, podría decirse que Picasso dedicó el año a pintar variantes de un solo cuadro: el retrato cubista de Marie-Thérése Walter, la joven que ya estaba camino de reemplazar a Olga Khokhlova, la esposa. La infatuación del español con su nueva relación va a producir lo que ahora son varias salas llenas en la Tate. Tres años antes César Vallejo había conocido al pintor (aunque hay discrepancias sobre esto). “Decreff me ha presentado luego a Picasso a la salida de la galeria Rosenberg, donde el artista acaba de hacer una pequeña exposición de sus telas… iba con su mujer, una rusa fatal y monoplana”. Pero ese largo año de pinturas no permite aprender mucho, por no decir casi nada, sobre Walter. Ella es la modelo de un intenso ejercicio de estilo cubista. Aparecen también intuiciones de la pareja o la maternidad. Pero inevitablemente el tema de la muestra es sobre todo el brillante pintor pintando. Pero paradójicamente los críticos de esta hora tienen poco que decir sobre el contenido de la muestra, y se concentran en la biografía de Picasso a lo largo de esos 12 meses. Esto a pesar de que la pintura es lo permanente en esa larga vida, y es lo que vienen a contemplar las embelesadas multitudes. 1932 es uno de esos años especiales, que ya dejaron atrás la Belle Époque debido al crack de 1929, y que ya anuncian, muy levemente, la futura catástrofe mundial. Vallejo ya está pensando en la convulsión social, que no alcanzaría a ver completa. Picasso todavía está a cinco años de pintar su fúnebre Guernica. Hoy las grandes muestras monográficas son hitos en las relaciones entre las ciudades y sus públicos. La de Joan Miró ha sido un éxito en el MALI este año, y la muestra de Nazca montada el año pasado en Lima, en este deslumbra a varias ciudades europeas. Quizás una versión de Picasso pueda llegar al Perú.