-Me declaro defensor de la vida como principio, desde la concepción y, al mismo tiempo, exijo la pena de muerte para los violadores. -Exijo pena de muerte para violadores, por considerarlos una de las manifestaciones más repugnante de la humanidad y, sin embargo, quiero obligar a que una niña violada lleve adelante el embarazo producto de esta repugnancia. -Apoyo el aborto en causales específicas, pero no acepto la pena de muerte ni siquiera para los violadores de niños. -Echo la culpa de todo el atraso al cristianismo “opresor”, pero, al mismo tiempo, cada vez que se cuestiona el islam, lo considero una muestra de intolerancia. -Reclamo por el laicismo en nuestra sociedad, pero pobre del que se meta a criticar el islam porque “no todos los musulmanes son así”. -Defiendo el feminismo, sin embargo, a la hora que alguien me responde con respeto, pero, de igual a igual, apelo a mi condición de mujer. -Exijo que las autoridades ediles mantengan las calles limpias y seguras, pero no pago ni predial ni arbitrios ni la cuota de mantenimiento de mi edificio. -Si un periodista cuestiona a un político de mi simpatía lo acuso de ser parcializado y vendido, pero si otro periodista cuestiona al político que no es mi simpatía lo califico como objetivo y lo felicito. -Le llamo dictadura el régimen de Fujimori, pero no le llamo dictadura al régimen chavista de Maduro y viceversa. -Proclamo, a viva voz, luchar contra la corrupción, pero no presento ningún proyecto de ley que penalice el financiamiento ilegal de campañas. -Nos vendemos como los que vamos a marcar la diferencia, pero luego se descubre que nos gastamos en nosotros mismos la plata que nos donaron en campaña. -Cuestiono el uso recreacional y medicinal del cannabis, pero consumo alcohol cada vez que puedo.