Otras cifras que se han elevado para nuestro pesar: la de los desaparecidos durante el conflicto armado que vivió el Perú debido a la insania de los criminales terroristas y, en menor grado pero innegable, al abuso de un sector de las fuerzas armadas y policiales.,En medio de una semana complicada con noticias desgarradoras como el cruel ataque a una joven en un bus, el crecimiento de la pobreza y la liberación de los esposos Humala - Heredia, hay un tema que ha pasado desapercibido para los medios de comunicación y la opinión pública. Otras cifras que se han elevado para nuestro pesar: la de los desaparecidos durante el conflicto armado que vivió el Perú debido a la insania de los criminales terroristas y, en menor grado pero innegable, al abuso de un sector de las fuerzas armadas y policiales. En total son 20,329 personas cuyos destinos y paraderos son, hasta ahora, desconocidos por familiares y autoridades. Desaparecidos entre 1980 y 2000 figuran ahora en el Primer Listado Oficial de Víctimas. Precisamente, su importancia radica en que se trata de un documento elaborado por el Estado y que coloca, por primera vez, nombres completos, circunstancias, fecha, lugar de la desaparición y fuentes utilizadas, según destacada una nota de la Agencia France Press. Es el Ministerio de Justicia y no alguna ONG “caviar” o “proterruca” como podrían señalar quienes suelen despotricar contra los organismos de derechos humanos , esos a los que conocemos como los fujiapristas y fujitrolls que hablan de “voltear la página” pero que echan mano del fantasma del terrorismo y de nuestros miedos para tapar sus cuchipandas (como diría AAR). Los más de 20 mil desaparecidos colocan al Perú en un vergonzoso segundo lugar en Latinoamérica después de Guatemala y representan más de un tercio de las cifras que manejaba el Ministerio Público. De esta escalofriante se sabe que los restos de 869 personas fueron identificados y entregados a sus familias, se desconoce el paradero de 13,764 y se conoce el paradero de 5,700 pero no hay certeza legal de sus muertes. Siendo así, la tarea apenas empieza porque las únicas formas de cerrar heridas y voltear la página es identificando, y enjuiciando, a los responsables de esas desapariciones. Y acabar con el sufrimiento de quienes siguen sin saber dónde están y qué pasó con sus seres queridos.