Es fácil quejarnos de todo lo que nos rodea y los políticos que nos lideran, pero difícil dar el salto que el país necesita si seguimos creyendo que ser un buen peruano no es precisamente eso.,El domingo una mujer murió dentro de una ambulancia que no pudo llegar a tiempo al hospital más cercano porque el carril auxiliar de la Panamericana Sur estaba bloqueado por un puñado de vehículos manejados por quienes creen que nadie más que ellos mismos merecen alguna consideración. No es historia nueva. Seguro varios lo han visto. Días antes, sin tanto tráfico, me tocó ver cómo camionetas con familias enteras que salían en busca de supuesta calma lejos de la furia capitalina pasaban a todos por el carril auxiliar a más de 120 km/h. Poco les importa que al lado de la pista pueda haber un carro malogrado esperando ayuda o alguien que está por tomar el bus que lo llevará a casa. Solo les interesa su tiempo, su velocidad, su vida. Solo ellos existen, que los demás se vayan al diablo. Por supuesto, si te animas a increparlos, como esperanzadoramente varios lo hacen, la respuesta inmediata siempre es un gesto de desprecio acompañado de la mano levantada con el dedo del medio bien erguido y agitado. Seguro en sus cabecitas pensarán que el bárbaro es el que cumple las reglas y no el que pone en peligro su vida y la de los demás. No sorprendería que a la par vayan cantando Sudemos la Camiseta y Porque Yo Creo en Ti, sintiéndose más patriotas que nunca. Hasta el mismo Defensor del Pueblo, acelerando un camionetón avasallador, fue captado el verano pasado haciendo la misma viveza. Tuvo que disculparse, pero hemos llegado a tal nivel de indolencia con asuntos tan sencillos de cumplir como no manejar por ese carril reservado que hasta un funcionario como él se rinde ante la tentación. Es fácil quejarnos de todo lo que nos rodea y los políticos que nos lideran, pero difícil dar el salto que el país necesita si seguimos creyendo que ser un buen peruano no es precisamente eso: cuidarnos entre nosotros y cumplir las reglas mínimas de convivencia.