En España se están viviendo tiempos franquistas, por culpa de un gobierno mediocre, más nacionalista que los nacionalistas.,Viví en Cataluña durante ocho años, y aunque desconfío de los nacionalismos, no puedo reprimir mi profundo asco y rechazo ante lo que está perpetrando el Estado español contra una fuerza política legítima, la del independentismo catalán. Quizá el independentismo represente el 51 por ciento de la población de esa comunidad, como han manifestado, o quizá un poco menos, quizá no sean la mayoría, pero son muchos, son fuertes, están haciendo política y han demandado por pasiva y por activa su derecho a celebrar una consulta electoral a cerca de la necesidad o no de independencia. El partido de gobierno, el PP, le ha negado sistemáticamente la posibilidad de ese referéndum, les ha querido arrebatar tanto la voz como el voto, han acorralado al movimiento hasta ir agotando los caminos del diálogo, y forzando una comprensible insumisión. La reacción de España ha sido de un supremacismo inédito. A botazo limpio y decreto sucio han empujado el proceso hacia la represión policial y ahora van blandiendo la cárcel preventiva para quienes osen desafiar la estructura estatal. Ya hay nueve líderes independentistas en prisión, el pleno del Gobern, incluyendo a Carles Puigdemont, que ganó las elecciones en el exilio. Mi amiga, la escritora y periodista Cristina Fallarás, cuenta en una de sus columnas que España “se ha sacado del baúl de la basura, el delito de ‘rebelión’”, porque se les quiere acusar de haberse levantado violentamente, algo que no ha ocurrido, para justificar la cárcel. Violento fue el primero de octubre del año pasado, cuando gran parte de los catalanes intentaron participar pacíficamente en un referendum y fueron duramente reprimidos. El escritor británico, españófilo, John Carlin, ha hablado ya de que en España hay un golpe judicial en marcha, que “el Poder Judicial ha tomado el control del país”. En España se están viviendo tiempos franquistas, por culpa de un gobierno mediocre, más nacionalista que los nacionalistas, al que solo ha podido envalentonar la oportunidad de negarle a una comunidad su derecho a la libre determinación.