No tengo ganas de publicar más libros pero sí de seguir escribiendo.,El otro día una amiga me dijo que alguien le había dicho que pensaba que yo estaba "forrada". Forrada: dícese de la mujer que gana un montón de plata, que se pudre en dinero. Mi amiga intentó disuadirla, pero parece que para algunos doy la idea de ser una escritora y periodista potentada, porque escribo en todas partes, hago videos, me traducen aquí, me piden un relato allá. Incluso hay quien piensa que estoy loca por la fama. Sí, tener espacios es una forma de éxito. Pero siento darles una mala noticia. Si algunas hacemos tantas cosas es porque de otra manera no sumamos para llegar a fin de mes. Y eso es porque a duras penas todavía podemos rascar algo del periodismo, dentro de toda su decadencia. Pero la literatura, ay, la literatura. Nadie sabe lo de nadie. Los escritores no solemos hablar de nuestros adelantos (cuando los hay), regalías y ventas, por vengüenza, porque las condiciones suelen ser patéticas –no han cambiado las cosas desde el Boom y los autores seguimos ganando un miserable diez por ciento de las ventas– y porque, salvo, que seas un superventas en tu país, se trata de un tema de conversación bastante pobre. Muy poca gente vive de sus libros, quizá se pueda vivir de cierta visibilidad que en ocasiones te dan los libros y así encontrar otras fuentes de ingresos. Pero de los libros no, de eso no se come. Una vez un editor, con toda la buena voluntad, me dijo que él sí se preocupaba por las hipotecas de sus autores y por eso me sugirió que escribiera un libro de un tema que me horrorizaba, algo que no hice. La honestidad intelectual y creativa no se pagan bien. El otro día me llegó una liquidación de esas que nunca llegan, con 300 soles. Además, como vivo fuera, me toca pagar el 30 por ciento de impuestos. Supongo que porque los libros son productos de lujo, y los escritores estamos forrados. No tengo ganas de publicar más libros pero sí de seguir escribiendo. Pero es justo que en mis lágrimas de escritora pobre y privilegiada se de un buen baño de espuma el estudiante al que detuvieron ayer por vender sánguches en la calle.