Aún si se salva del nuevo pedido de vacancia, PPK no retomará agencia para hacer gobierno. No ha podido cuando la amenaza Odebrecht no estaba sobre él públicamente, menos podrá ahora con ella y cuando más debilitado está política y socialmente.,Hay una sola manera en que Pedro Pablo Kuczynski puede seguir siendo presidente, y es seguir mintiéndole al país y a la justicia. No hay forma de que pueda permanecer sin mentir. Y el problema es que las mentiras que tiene que sostener afectarán el sistema de justicia por un lado, y no menos grave, su libertad para gobernar. El sistema de justicia se afecta seriamente porque inmerso como está PPK en un una seria acusación de índole penal, solo salvará de la cárcel obstruyendo la justicia mediante la mentira y el uso del poder presidencial para intentar interferir las investigaciones y decisiones de jueces y fiscales. La consecuencia es que la intervención de un poder (el Ejecutivo) sobre otro (el Judicial) violenta el ya precario equilibrio de poderes; la sujeción del poder judicial al ejecutivo le extirpa al judicial su autonomía y lo despoja de su rol social re-encausador del orden y la confianza en la ley y lo justo; así, las instituciones de justicia se debilitan y por ósmosis son penetradas por el desprestigio de los políticos. Tan grave como todo esto es que su libertad para ejercer la presidencia y tomar decisiones se verá recortada por los pactos de blindaje a los que arribe con otras instancias de poder político. En otras palabras, los pactos bajo la mesa, que por voluntad o chantaje, se sienta obligado realizar para mutua salvaguarda de prisión, lo tendrán sujeto a los designios de esos “aliados”. Me refiero principalmente a dos: al fujimorismo y el aprismo sindicados por Barata. ¿Por qué no me refiero a Toledo, Villarán o Humala? No porque no tengan igual responsabilidad y obligación de ser procesados, que la tienen sin lugar a dudas, pero la gran diferencia está en que si analizamos política hay que cuantificar poder, y Toledo, Villarán y los Humala no lo tienen. Por ende, sus capacidades para torcer las instituciones son mínimas (aunque nunca inexistentes). En cambio, quienes sí tienen el poder y las capacidades de influenciar, manipular, someter, chantajear, comprar, amedrentar a las instituciones de justicia son el fujimorismo, el aprismo y el actual gobierno. En distintas medidas y en diferentes instancias. En diversa proporción pero en todos los casos con igual capacidad de hacer daño al sistema. Son ellos los enemigos principales en lo político, porque detentan poderes concretos (presidencia, congreso y aparato judicial). Y esa es otra razón para que Kuczynski deje la presidencia. Amarrado a las alianzas, pactos o chantajes, sus decisiones de gobierno no dejarán de pasar por ese tamiz. Aún si se salva del nuevo pedido de vacancia, PPK no retomará agencia para hacer gobierno. No ha podido cuando la amenaza Odebrecht no estaba sobre él públicamente, menos podrá ahora con ella y cuando más debilitado está política y socialmente. Kenji y sus esbirros no le alcanzan para cubrir su déficit y pusilanimidad. Aún con el inminente debilitamiento de sus enemigos-aliados en el blindaje, sería ingenuo pensar que Keiko y García se rendirán fácilmente. Su vocación por el error y el delito solo se tapa con más error y delito. En las actuales circunstancias para los tres, sus agendas de supervivencia convergen en la necesidad de seguir mintiendo, ocultando y usando todos los poderes a su alcance para hacerlo. Pero sus poderes son parciales, por tanto, en algún punto se necesitan. Antecedentes de PPK tomando decisiones de Estado, ilegales, equivocadas y contraproducentes por sometimiento-pacto con al enemigo, hay demasiados: desde Saavedra, las instituciones y ministerios cedidos a lo peor del fujimorismo y al aprismo, y como estocada final: el írrito indulto a Fujimori. Insistir en un gobierno de PPK 3 años más solo llevará a más desequilibrio político, social y económico. Las calles hicieron cierta pausa por Francisco, y a la espera de los fallos del sistema de justicia nacional (que ya falló en contra la ilegal gracia presidencial) y supranacional (está en camino), pero la gente no olvida. No solo no olvida, sino que está atenta a todos los retrocesos que se vienen perpetrando por la incapacidad (complicidad o indiferencia) del gobierno de PPK (ley esclavo, LAN, semáforos industriales, etc.) La calle está atenta y las encuestas le gritan a PPK que más de la mitad del Perú (55%) quiere que se vaya, más del porcentaje con el que ganó. Con esa ínfima legitimidad y con los peligros que su permanencia en la presidencia implican para la democracia, el Estado de Derecho y el funcionamiento del país, PPK debe irse. Su permanencia en el primer poder es ahora una amenaza para la buena marcha del país. Es urgente que Vizcarra tome las riendas, y por supuesto, lo haga para gobernar con la responsabilidad que PPK no ha tenido. Ya hemos perdido demasiado tiempo.