El popcorn monopólico de los exhibidores y el traído de la calle hacen el mismo ruido, y lo mismo vale para los ubicuos y crocantes envoltorios de plástico.,En realidad no se debería comer nada en los cines. Un par de horas sin llevarse nada a la boca en esa penumbra no le puede hacer daño a nadie, y hasta puede ser beneficioso. El popcorn monopólico de los exhibidores y el traído de la calle hacen el mismo ruido, y lo mismo vale para los ubicuos y crocantes envoltorios de plástico. Hay salas de espectáculo que simplemente prohíben consumir alimentos durante la función. Es el caso del Gran Teatro Nacional de Lima y otros similares del mundo, donde solo se puede comer en el hall de entrada, durante los intermedios. En general las formas más apacibles de música son las más exigentes con el silencio en todas partes, y ese público lo agradece. En cambio comer en el cine es una antigua costumbre, que funciona como una suerte de placer complementario. Pero hasta hace poco esa dieta era un discreto y generalmente silencioso repertorio de dulces: caramelos, frunas, chocolates, turrones, tofis. A veces ofrecidos por vendedores con bandejas antes de la función propiamente dicha, luego de los cinco minutos de intermedio. Ahora el popcorn (que hoy compite por el nombre autóctono cancha) circula en gigantescos baldes de cartón, y ciertamente tiene sonido propio, sobre todos para los que ocupan butacas cercanas. Los más comodones ordenan sus bandejas de comida a ubicuos mozos, a veces cuando ya la función está algo comenzada. Una molestia que se suma a la de quienes llegan tarde. Pero reconozcamos que comer en el cine ha llegado para quedarse y resonar. Incluso, a juzgar por las cifras, comercialmente hablando va en camino de reemplazar en importancia a mirar la película. En esto fue precursora la cafetería Marrón, del pasaje Olaya, donde una pantalla permitía a los comensales ver películas desde sus mesas, lo que son hoy los televisores en los restaurantes. Empresarialmente hablando el daño ya está hecho. Los ingresos de la sección comida son los que permiten entradas al cine a precios aceptables, o por lo menos aceptados. Con nuevos precios quizás los espectadores tendrán que pensarlo dos veces antes de comprar piqueo para la función. Quizás la cosa regrese a los tofis y a las frunas de los viejos tiempos. Sería un alivio.