La formación del grupo de Lima para el caso Maduro fue un paso en la dirección correcta: mantener el núcleo de la iniciativa humanitaria y pro-democrática en América Latina,El caso Maduro, en pleno desarrollo, tiene varias facetas que conviene diferenciar. El tema de fondo es que la crítica del gobierno peruano al dictador venezolano ha sido una política permanente, que pronto cumplirá dos años. En esto el Perú ha sido parte de un sentimiento mayoritario en todo el continente, e incluso sigue ejerciendo cierto liderazgo. La formación del grupo de Lima para el caso Maduro fue un paso en la dirección correcta: mantener el núcleo de la iniciativa humanitaria y pro-democrática en América Latina, sacar el tema del petrolizado espacio de la OEA, contrapesar cuando fuera necesario la errática política exterior de Donald Trump frente a Caracas, y finalmente animar a los socios más tibios. Es dentro de este marco que Torre Tagle decidió vetar la llegada de Maduro. Algunos han saludado la decisión, y otros la han considerado un salto demasiado largo. Las opciones eran tener a Maduro rabiando en Caracas o tenerlo pontificando en Lima frente a sus detractores. Torre Tagle optó por lo primero, pero ha sido como si hubiera elegido lo segundo. A las cuestiones diplomático-legales creadas por la insistencia verbal de Maduro por venir se han sumado algunos nuevos problemas. El veto ha movilizado hasta ahora a tres países de la región con gobiernos de izquierda. Para la izquierda local ha sido la oportunidad de tomar oblicuo partido por Maduro en cabeza de PPK. No está ayudando mucho el manejo de la Canciller, aunque su poca habilidad para las declaraciones no tiene realmente mucho que ver con el fondo del asunto. Los especialistas en el tema han salido en su auxilio. Pero igual esta inhabilidad es un problema, pues el entredicho todavía tiene por lo menos para unos dos meses más de dimes y diretes, puro desgaste. En medio de todo esto Maduro le ha lanzado un desafío a Trump, invitándolo a reunirse en Caracas o en Washington. Nótese que su invitación no menciona Lima, donde ha prometido estar el próximo abril. ¿Tan apurado está por comparar notas con el presidente de los EEUU? Más parece una frase vacía para mitigar su imagen de aislamiento, al cual acaba de contribuir mucho el Perú.