El destino japonés podría salvarlo de volver a la cárcel, y su condición de ciudadano nipón neutralizaría todo intento de desindultarlo. Pero ese no parece el tipo de retorno a la libertad que estaba buscando. ,¿Está Alberto Fujimori realmente considerando escabullirse al Japón? Ganas no deben faltarle, pero por el momento las posibilidades parecen ínfimas. Con una foja de indulto y gracia realmente resuelta, le bastaría con subirse a un avión. Pero entonces quizás no necesitaría irse en primer lugar. ¿O sí? Es obvio que Fujimori está disgustado con su indulto, que ha terminado siendo una bendición muy a medias. Afuera no lo esperaba un recibimiento triunfal, ni siquiera uno afectuoso, si descontamos a tres de sus cuatro hijos. Más bien aguardaba la acusación de haber participado en una maniobra que podría invalidar su nueva libertad. El destino japonés podría salvarlo de volver a la cárcel, y su condición de ciudadano nipón neutralizaría todo intento de desindultarlo. Pero ese no parece el tipo de retorno a la libertad que estaba buscando, sino sería más bien algo vergonzosamente parecido a su fuga del 2000, una suerte de confirmación de sus reflejos. Para su hijo Kenji sería devastador. No solo perdería el apoyo, emocional y político, con que estaba contando. También terminaría de demostrar lo equivocado de sus cálculos políticos, pues AFF solo es realmente AFF en la contienda política nacional. Refugiado en Tokio incluso perdería su condición de líder histórico de la corriente que fundó. En términos reales, su mejor opción sigue siendo superar los problemas legales de su indulto y su gracia, y disponerse a sacarle el mejor partido posible a esa situación. Pero eso tampoco luce brillante, ahora que se ha descubierto que su futuro político depende del de su hijo Kenji, y no al revés. Es poco probable que, como en las historias juveniles que le gustan al hijo, AFF descubra superpoderes en su nueva condición. Están los problemas de la edad y de la salud. Está la barrera de contención que es Fuerza Popular bajo control de su hija Keiko. Está el anti fujimorismo que afecta a toda la familia. No es el retorno de un Odiseo triunfante. Más bien, para usar un ejemplo peruano, el final del viaje de un Garcilaso que no logra recuperar su herencia. El de Fujimori está demostrando ser un drama político donde el segundo acto es simplemente una catástrofe final. Esto aun si el indulto pega.