El nuevo gabinete avanza hacia el candelero. Nadie espera que solucione la crisis, pero sí que marque el final de la sangría de renuncias. Mientras llega, parece que siempre son buenas las recomendaciones, las expresiones de preocupación, las críticas adelantadas. Pero al final es casi imposible que no decepcione, incluso a quienes no esperaban nada del cambio. Algunos están reclamando por la demora del procedimiento. Esto acaso se debe a que el suelo aun podría no estar parejo, con algún ministro esperando el último tren para partir. La renuncia de Jorge Nieto demoró al grado de parecer sorprendente. Luego estaban los feriados de fin de año, que complican todos los contactos. En el rubro consejos hay variedad. Un dirigente empresarial pide un gabinete “de ancha base y mucho más fuerte”, aunque no elabora sobre estos aspectos. Luego hay quien pide no incorporar caviares al elenco. Extrañamente no se advierte muchas propuestas sobre cuáles ministros deberían partir y cuáles permanecer, si alguno. Un consejo frecuente es abstenerse de nombrar ministros del fujimorismo, keikista o albertista. En algunos casos esto es preconizado por personas que exigen la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski. El único sentido lógico de esto sería que están recomendando un gabinete para la próxima presidencia, o simplemente aportando a la confusión universal del momento. En algunos pronósticos el gabinete de reconciliación se va a limitar a reemplazar a los que se han ido. Con cuatro ministros nuevos, alguno enrocado, sería una decisión de poco impacto, salvo que aparezca una figura que por sí sola pudiera cambiar el curso de los acontecimientos, algo bastante improbable en este momento. En un artículo de Expreso el influyente Jorge Morelli tácitamente ha planteado ayer que el tema del gabinete es secundario, y que PPK podría ayudar a poner las cosas en marcha enviando al Congreso un paquete de proyectos de ley. La idea es que “ahora existen consensos que antes parecieron imposibles”, y que la política pasa por allí. Esta obvia invitación al baile es también uno más en la lista de consejos sobre el gabinete: no perder tiempo tratando de hacerlo representativo de consensos que no existen, y concentrarse en la alianza que tiene a mano. Mefistófeles en Fausto no lo hubiera dicho más claro.