Hace unas semanas nos visitó Luis Bedoya Reyes a la PUCP, a un evento organizado por Estudios Generales Letras, con sus 98 años a cuestas y su sonrisa diáfana. Le preguntaron sobre el voto del PPC por Haya de la Torre para que presidiese la constituyente de 1979. El “Tucán” nos contó que la víspera lo llamó Ramírez del Villar a decirle que la bancada de la izquierda marxista quería hacerlo presidente de la asamblea. Seguidamente, Bedoya reflexionó sobre la trayectoria del patriarca del aprismo: “Haya tiene mérito, a los 23 años dirigía la Federación Universitaria, ha sido exiliado y perseguido mil veces, ha creado el Apra en México, ha vivida a salto de mata, con riesgo de su vida, no se ha enriquecido, no ha hecho daño a nadie, por qué le negamos la posibilidad de presidir algo en esta oportunidad, que es la última de su vida porque es de mucha edad, pongámoslo de candidato y votemos por él, ¿qué te parece?”. “Ah, bueno”, respondió Ramírez, “si se trata de hacer justicia, evidentemente eso es lo justo”. Después, Bedoya pasó al análisis político: “La propuesta de la izquierda no es por simpatía a mí, sino porque odian a Haya”. Añadió que la bancada pepecista había sido elegida para hacer una Constitución y no para concordancias sin sentido. “De cuándo acá nosotros vamos a tener un pensamiento compatible con la extrema izquierda, no es que quieran a Bedoya; lo que quieren es, como somos 100, sentar a Haya dentro de los 99 y el presidente está arriba. Y Haya tendrá que pedir la palabra, esperar su turno, ser llamado, ser interrumpido y derrotado en más de una votación, hasta inutilizarlo”. Siguió Bedoya tanteando la coyuntura que advendría de aceptar la propuesta de la izquierda: “al final no va a haber Constitución, porque somos incompatibles, esto va a acabar, como de costumbre, en el cierre del Congreso y vamos a quedar como los culpables, no nos cuesta nada hacer justicia con este hombre. Así podrá alcanzar el honor mas grande que es ser Presidente de la Constituyente para señalar el camino por donde tiene que dirigirse la nación”. Podemos disentir con el respaldo de Bedoya a Haya en aquellas circunstancias, pero analicemos su reflexión. El “Tucán” enfrentó la situación, en primer lugar, desde una postura moral, de allí coligió que Haya debía presidir la asamblea. Después razonó como político y dedujo que aceptar la propuesta de la izquierda devendría en el caos: los marxistas no lo apoyarían, y el Apra, molesta, tampoco; la única opción viable era que la presidiese Haya para alcanzar el consenso y sacar adelante la Constitución. En su visita a la PUCP, Bedoya nos dejó dos lecciones oportunísimas. La primera es que los políticos deben formarse en valores cívico-morales y solo después ideológicamente, así enfrentarán mejor la seducción del poder. La segunda, obvia si primasen otras circunstancias, es que la meta de los políticos debe ser el bien común, así tenderán a ponerse de acuerdo. De lo contrario, la República devendrá en guerra de trincheras enfrentadas por intereses subalternos y no faltará “caudillo providencial” convocando a las masas enfervorizadas para “salvar a la patria y redimirla”. Téngase presente, defender la democracia es agenda urgente e inmediata. (*) Historiador La meta de los políticos debe ser el bien común, así tenderán a ponerse de acuerdo. De lo contrario, la República devendrá en guerra de trincheras enfrentadas por intereses subalternos.