Sin necesidad de esperar las conclusiones del Poder Judicial, el cual, como sabemos, se toma su tiempo en el Perú, ya se pueden extraer una serie de lecciones de este nuevo caso de financiamiento de campañas, a través de las empresas brasileñas. La primera que acude a mi mente es el desmoronamiento final del mito de la superioridad moral de la izquierda. En una escala muy reducida, las recientes denuncias contra la violencia machista de Abraham Valencia, asesor del Frente Amplio, apuntaban en ese sentido. Pero esta noticia, sin ser del todo nueva puesto que ya la había anunciado hace algún tiempo IDL Reporteros, es mucho más potente. La mejor prueba de esta pérdida de legitimidad es el alborozo de la extrema derecha, como bien ha descrito Steven Levitsky a Fuerza Popular. Lo cual nos lleva a una segunda constatación: para mis amigos todo, para mis enemigos, Odebrecht. La portada de El Comercio era injuriosa, calumniosa y difamatoria cuando reproducía las declaraciones de Marcelo Odebrecht sobre Keiko Fujimori; fidedigna, oportuna y digna de innumerables reproducciones, cuando se trataba de las declaraciones de Barata y Garreta sobre Susana Villarán. Esta es la tercera consecuencia: la prensa libre está haciendo un trabajo indispensable, al igual que en los noventa y el 2000: IDL-Reporteros, Hildebrandt en sus Trece, El Comercio o La República, sin tomar partido, se hacen cargo de las denuncias a diestra y siniestra. Literalmente. En contraste, y esta es una cuarta lección del asunto, los congresistas de los partidos conservadores se han lanzado en una ofensiva aún más agresiva contra la fiscalía, aprovechando este sonado caso de la ex alcaldesa para procurar exonerar a su lideresa. Para muestra, este tuit incalificable del congresista Héctor Becerril: “Fiscal Pablo Sánchez sigue protegiendo a corruptos sólo pide impedimento de salida del país p “Suciana” Villarán, cuando corresponde prisión preventiva. Pablito ya se van a terminar tus tiempos de blindador”. Esto no es torpe ni popular, como pretenden algunos columnistas: es matonesco y profundamente irrespetuoso con la institucionalidad. Tampoco sorprende, pues esta tendencia se viene repitiendo desde hace algún tiempo. Lo cual nos lleva a la siguiente constatación. De comprobarse lo que muchos indicios señalan, el delito en el financiamiento de Odebrecht a la campaña de la revocatoria, a cambio de obras de la Municipalidad, le está haciendo un daño terrible no solo a la izquierda, sino, y esto es mucho más relevante, a la política y a la democracia. Nos vamos quedando sin representantes y eso es grave puesto que es peligroso. Más allá de que Susana Villarán ya no tenía la menor expectativa en la política local, su caída afecta a sus sucesores. Si bien estos han respondido, en su mayoría, de manera correcta al mostrar su desconcierto y pedir que se realicen a fondo las investigaciones, a diferencia de los del otro bando, el daño está hecho. Y es muy grande.