Una persona coincidió en un vuelo largo con el Presidente Kuczynski. Durante la travesía, escuchó cómo diversos pasajeros se dirigían al mandatario, en general para intercambiar frases amables y de elogio (después de todo viajaban en clase ejecutiva). Todo transcurría en esa tesitura GCU hasta que alguien rompió el previsible guion y, con una actitud curiosa y sorprendida, le preguntó a PPK: ¿Usted es Presidente de qué? Con ese humor afable que lo caracteriza y su relajada postura estadounidense, PPK respondió: “Presidente de la República del Perú”. Hasta aquí la anécdota no pasaría de ser el encuentro fortuito de un dirigente de un país con escasa visibilidad internacional, y acaso un despistado viajero extranjero. Este último estaría sorprendido por la cantidad de personas, conocidas y desconocidas, que se aproximaban al asiento de un señor de cierta edad, cuya presencia no pasaba desapercibida durante las largas horas del vuelo entre el Perú y Europa. Hay, sin embargo, otra hipótesis admisible: el viajero sabía perfectamente quién era PPK y cuál era su cargo. Por lo tanto su pregunta cobraba un sentido muy distinto. De hecho, se le podría descomponer en varias interrogantes: ¿Qué es lo que usted preside? ¿Preside usted realmente eso? Incluso podría aventurarse que el viajero, ya no despistado sino uno que se hace el tonto, como el detective Columbo, le está haciendo una pregunta retórica. Como afirmando: en realidad usted finge que preside el Perú y los peruanos fingen que usted lo preside. Las ambigüedades cada vez más frecuentes de las declaraciones presidenciales –así como las contradicciones de la Premier y varios de sus ministros, respecto del censo, la reconstrucción, la pena de muerte, la comisión de gracias presidenciales o la violencia contra las mujeres, por ejemplo– abundan en ese sentido. El reciente galimatías de PPK sobre el indulto a Fujimori es de antología (en un país en donde el disparate público es ya una norma): “Fujimori nos hizo entrar a APEC y ahora está en la cárcel. Está enfermo y vamos a ver, pues, qué hacemos. Eso será noticia en algún momento.” Los psicoanalistas sabemos que el sinsentido es un síntoma, en particular en personas capaces de decir con claridad lo que desean, de conflicto interno. No imagino a PPK en un directorio empresarial diciendo algo así cómo: “Vamos a vender las acciones de tipo A siempre que no sean B y el cobre no se evapore. Eso será noticia en algún momento”. Lo único rescatable de este comportamiento errático es la confusión de los integrantes de Fuerza Popular. En su afán por descifrar los crípticos mensajes del Presidente, hacen más lenta su arremetida autoritaria y conservadora. Haría bien PPK, no obstante, en tomar en serio la pregunta que le hizo el viajero. Tómelo como un enigma de la esfinge y, por los dioses del Olimpo, ¡póngase de una vez a gobernar el Perú!