Podría pensarse que es temprano para encuestas sobre intención de voto presidencial, y que las bolas de cristal no pueden mirar tan lejos. Esto porque faltan años para esa competencia, y porque hay una elección regional de por medio. Sin embargo las movidas políticas de hoy son en buena medida también pulseos adelantados sobre ambiciones para el 2021. No hay encuestas, pero hay escenarios hipotéticos. En uno de ellos Keiko Fujimori finalmente gana. En otro pierde por una división seria de su partido. En otro Alberto Fujimori indultado vuelve a la presidencia. En otro el fujimorismo simplemente queda fuera, y un electorado harto de rencillas dirige sus simpatías hacia un rostro nuevo, no Kenji Fujimori. Así, una manera de ver el 2021 sería entre la consolidación y la caída de la dinastía Fujimori. Lo segundo coloca sobre el tapete los escenarios de reemplazo. En uno de ellos llega alguno de los que compitieron en el 2016, tanto los que llegaron hasta el final como los que quedaron por el camino a pesar de haber tenido buenas perspectivas, hasta que los apeó el JNE. En otro de los escenarios de reemplazo regresa el outsider, incluso con cierto viso de antisistema, no necesariamente de izquierda. Ese sería una suerte de remake de pasadas elecciones donde triunfó lo inesperado. Como es de esperar, no hay todavía nombres para esa hipotética sorpresa, pero algunas de sus lógicas están en el aire. Algunas como el reverso del poder liquidador de las acusaciones. Es verdad que este tipo de encuesta adelantada tiene problemas. En este caso en tres años las cosas pueden cambiar mucho. Además muchas de las figuras que podrían voltear el juego simplemente no están presentes en la conciencia del público. Incluso las encuestas más cercanas a una elección han demostrado limitada capacidad de predicción, hasta el último momento. Pero las ventajas de estas encuestas adelantadas es que opinar con el voto futuro en mente, incluso uno remoto, quizás tiene más peso que la aprobación o la popularidad. Permite, por ejemplo, imaginar escenarios más reales, o más cimentados, que los presentados más arriba en la columna. Pues en cierto sentido las elecciones futuras siempre son hoy.