Una encuesta Ipsos de circulación restringida, hecha hace un mes, plantea que Fuerza Popular pasaría de 36% a 45% en una elección post-disolución de este Congreso. La cifra es desanimadora, pero necesariamente referencial, pues no ha podido tomar en cuenta realidades y posibilidades por el camino hacia esas muy hipotéticas urnas. Una de las realidades sería la campaña electoral misma, un escenario impredecible. Una de las posibilidades es que el fujimorismo vaya dividido, con Kenji Fujimori promoviendo una lista propia. Además sería un momento con nuevas alianzas y nuevos participantes. Aun así, no es nada descartable una primera mayoría para FP. Dos factores harían diferente esa elección. Uno sería la crispación producida por la dinámica entre segunda censura de un gabinete y disolución del Congreso. Otro sería la ausencia del arrastre de una candidatura presidencial, sumamente importante en los momentos finales, dentro de la caseta de votación. Luego están los argumentos. Sobre todo que el exceso de poder de FP ha vuelto a demostrar que es problemático para la democracia. Pero la defensa del Congreso como institución disuelta también pesaría en los ánimos, a favor de FP. La conducta destemplada de muchos parlamentarios también sería un tema de campaña. Es muy probable, pues, que las listas en esa ocasión serían diferentes que las del 2016, y que no todos los que hoy ocupan una curul serían invitados a repetir el plato. Esto se daría sobre todo en partidos con conflictos internos, en un verdadero juego de sillas musicales. Para muchos, pues, sería la hora final, incluso antes de la elección. En la encuesta los únicos que también avanzarían sus fichas son Acción Popular, de 7% a 10%, y Alianza para el progreso, de 9% a 11%. No es suficiente como para poner el champaña a helar. Quien sí podría hacerlo anteladamente sería Marco Arana, si logra armar una alianza con los grupos más radicales, a la Pedro Castillo. Si nada cambia en el estilo de FP, las posibilidades de que esa elección se produzca no son pocas. Evitarla requeriría hilar muy fino por parte de Ejecutivo y Congreso. Pero la encuesta Ipsos es una útil invitación para que los partidos piensen bien las cosas, y en último caso, que se vayan preparando.