Hay problemas económicos en el grupo El Comercio, algo de lo que no está libre ningún medio impreso en la era de Internet. No solo el emblemático diario está rindiendo menos, también buena parte de los negocios adquiridos como parte de una estrategia de expansión empresarial. Circula el rumor de que todo esto está creando tensiones. Luego de algunos años de bonanza, en que era posible repartir utilidades anuales por encima de los US$ 100 millones, han llegado las vacas flacas. Muchos de los dueños tienen un reducido porcentaje de acciones, y básicamente viven de las utilidades que les llegan. Su descontento se refleja en los organismos directivos del grupo. Este año hay un factor adicional. Algunos socios están atribuyendo los problemas a la dirección periodística que modernizó el diario hace un tiempo, con lo cual el descontento pecuniario corre riesgo de desbordarse hacia lo ideológico. Esto a pesar de que la modernización se hizo por los problemas económicos de un periodo anterior. Algunos voceros de la extrema derecha (un sector sin diario propio) han detectado una oportunidad, y ahora venden la idea de que cambiar al director periodístico solucionará los problemas de esta hora. El argumento no solo es interesado, sino que no tiene real asidero en la realidad del negocio periodístico hoy. La modernización de El Comercio fue el intento de poner al día a un medio vetusto, en las ideas, la gráfica, la técnica periodística. El objetivo era no perder la fidelidad de las clases media y alta que se estaban modernizando ellas mismas. Para ello aligeró su visión del mundo, redujo su formato, y liberalizó su práctica del periodismo. Es probable que los socios afectados por la economía del grupo vuelvan, como en anteriores ocasiones, a presionar por la venta del periódico. Una opción que perciben más provechosa que vender sus acciones dentro del grupo mismo. El caso de referencia es la venta de El Tiempo de Bogotá por unos US$ 400 millones hace ya ciertos años. En lo estrictamente ideológico, cabe hacer notar que entre los medios más volcados hacia la derecha no hay un solo caso de éxito económico, y en los impresos mucho menos. No es el liberalismo de centro-derecha el verdadero problema de El Comercio.