Confirmando el deslizamiento del mundo hacia la derecha, Donald Trump ha obtenido la victoria. Kamala Harris parecía tener una oportunidad pareja, pero el candidato republicano llevaba una ventaja oculta: la distancia entre no simpatizar con una candidatura y, al final, votar por ella.
Así, los EE. UU. eligen un presidente sombrío en un mundo sombrío y en un momento sombrío. En el peor de los pronósticos, la potencia se encamina hacia medidas como una mano dura étnica, recortes de importantes derechos ciudadanos, autoritarismo y una política exterior errática. En cierto modo, el país ha elegido a su propio Vladimir Putin, un viejo amigo del ganador.
Un aspecto positivo de la victoria de Trump es que el país se ahorrará la violencia que el candidato venía anunciando para mitigar, y acaso revertir, su derrota. Es obvio que ahora las elecciones de 2024 le parecerán a Trump limpias y justas en todas partes. Aunque el impulso de sus amenazas todavía podría materializarse en un reguero de incidentes violentos.
Tres frases de campaña perseguirán al ganador: una sobre la expulsión masiva de inmigrantes ilegales; otra, sobre lograr la paz en el Medio Oriente en un brevísimo plazo; y otra, sobre la paz exprés en Ucrania. Todas son cosas más fáciles de decir que de poner en práctica. Al final, todo se diluirá en la simplista idea de "arreglar lo que está mal en los EE. UU."
Nada será fácil. En esta su tercera campaña, Trump ha puesto en marcha no uno, sino varios movimientos de derecha en los EE. UU., similares en sus ideas a los más duros de Europa. La presión de las calles que ayudó a ganar va a complicar la tarea de gobernar. A esa derecha autogenerada habrá que sumar la resistencia de los demócratas, con sed de revancha.
En la estela del triunfo llegarán los magnates de estos tiempos: Elon Musk, que repartió dinero "como si fuera pisco y butifarra" y promovió la idea del fraude; Jeff Bezos, que evitó que su diario, The Washington Post, tomara partido. Con ellos, cientos de billonarios desmienten la idea de un Trump populista enemigo de las élites.
A juzgar por sus declaraciones, Rusia y el resto del orbe autoritario se sentirán más cómodos con una presidencia de Trump, al menos hasta nuevo aviso. Para China, se asoma el fantasma de la guerra comercial. Como titula hoy Le Monde: “El fin de un mundo norteamericano”.